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viernes, marzo 29, 2024
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A veces la congoja es femenina

Hay libros cargados de planteos. Planteos que a veces parecen obvios pero de tan obvios no lo son. Y escritoras que lo plasman tan bien que hasta la angustia puede ser deliciosa.

Diciembre nos regala entre otras cosas, perlas literarias. Pensado en el arbolito de navidad y en las posibles (o no) vacaciones, las editoriales nos dejan leer literatura de la mejor. Este es un claro ejemplo. Rachel Cusk es canadiense aunque vive en Inglaterra desde 1974. Si bien ha escrito varias novelas siempre girando alrededor de la femineidad y la sátira, encontró en su propia vida, todo un estilo a la hora de contar: en 2001 publicó su primer libro autobiográfico centrado en la maternidad y en 2012, este que nos convoca ahora, sobre su divorcio.

Despojos” es sin embargo mucho más. Su forma de relatar nos lleva por encima de la tragedia de una separación y comienza rápidamente a hilar cosmovisiones, reflexiones, formas de ver el mundo. Nos lleva de paseo por la cosmovisión de sus padres que hicieron de ella quien es, porque pensaban y actuaban de determinada manera. Una manera que a priori no condice con la idea de “madre” o de “mujer” esperada por determinado tipo de sociedad. En el medio de este hilo reflexivo se cuela el divorcio. Por partes, explicado por compartimientos. Con dolor, con dureza, con el intento de saber por qué uno dice lo que dice, y hace lo que hace.

“Despojos” es un libro difícil si, pero mucho más reflexivo que doloroso. Mucho más interesante que la sola idea de hurgar en el dolor ajeno. Es mucho más que eso, es el planteo sobre cuál es el lugar que optamos tener en esta vida sea cual sea nuestro origen y nuestro legado familiar, como hija y también como madre.

Punto aparte merece la pluma de excelencia de Cusk. Se nota la calidad literaria en cada una de sus frases y palabras. En como hila y nos lleva sin darnos cuenta.

En una línea similar pero muy distinta tenemos “Historia de mi ansia” de Daria Bignardi. La autora es presentadora de televisión en Italia y tiene varias novelas publicadas. La protagonista de esta novela es una mujer de 49 años, enamorada, casada y con 3 hijos. Ella comienza a narrar esta historia contando cómo ella y su marido se aman, pero sin embargo, se hacen mal. Y mientras se pregunta a sí misma, cómo saber qué sienten los demás, se descubre enferma.

La novela empieza entonces, a ahondar en este periodo de enfermedad y de tránsito por distintos estados. Estados en los que bucea para tratar de entender la fragilidad de la vida a través de su entorno y sus reacciones, de su pareja, de sus hijos, de ella misma.

Claro que la novela tiene un giro de esos que ya conocemos: llenos de fortaleza y superación. Llenos de una mujer fuerte que lucha hacia adelante. Hacia romper una enfermedad y un punto de vista ajeno. Busca sanar. Pero no solo el cuerpo. Comienza así, la historia de una mujer que busca superarse a sí misma.

A diferencia de Cusk que plantea una autobiografía mucho más reflexiva, esta es una novela con contrapunto, lleno de coraje y perseverancia. Sin embargo en ambas hay un dolor visible: un plato que se rompe. Un divorcio y una enfermedad. Y dos mujeres distintas contando cómo rearmar sus piezas aunque no encajen exactamente.

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