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Algo de historia: los griegos, el Olimpo y los héroes de la literatura

Muchas personas disfrutan de la literatura griega y los héroes que existen en ella, para los otros les dejamos un pequeño resumen con el objeto de captar su interés

Las ciudades-estado griegas (800-500 a. C.)

Hasta el año 800 a. C., los pueblos griegos fueron estableciéndose en sus últimas sedes primitivas ocupando Grecia y las islas del Egeo. En la época arcaica que transcurre entre el 800 y el 500 a. C., la nobleza arrebató el poder a los reyes. Se formaron distintas ciudades-estado a modo de centros políticos: Atenas, Esparta, Corinto, Tebas, Argos, etcétera; pero el sentimiento de unidad de los griegos se mantuvo gracias a las fiestas, los juegos y los cultos panhelénicos (en griego, Grecia se dice Hélade, y pan significa todo).

Los Juegos Olímpicos (776 a. C.−393 d. C.)

Como todas las culturas de carácter aristocrático, los griegos eran deportistas, por lo que celebraban juegos en Olimpia, de los que tenemos testimonio desde el 776 a. C. Estos juegos se celebraban con regularidad cada cuatro años, y lo siguieron haciendo hasta el 393 d. C. Los griegos competían en las modalidades de carrera (de corto y largo recorrido), lucha, carreras de caballos y otros concursos, como el de trompetistas. El premio era una corona confeccionada con hojas del olivo plantado por Hércules. En la rica Atenas, el ganador recibía además 500 dracmas, un puesto de honor en las celebraciones oficiales y una especie de asistencia social para toda su vida, esto es, su manutención corría a cargo del Estado.

El Oráculo de Delfos

El Oráculo de Apolo, en Delfos, se convirtió en el centro religioso de Grecia. Cuando se lo consultaba, una sacerdotisa, tras ingerir ciertas drogas, entraba en trance y pronunciaba palabras inconexas, a las que un sacerdote daba coherencia en forma de ambiguos proverbios. A partir de éstos, el que iba en busca de consejo extraía una predicción que era tan contradictoria como las recomendaciones de una moderna comisión de expertos.

El origen de los dioses

El reino de los dioses griegos —el Panteón— está formado por un linaje muy ramificado con infinitas relaciones de parentesco. Así, las numerosas historias particulares son verdaderamente partes de una saga familiar.

Todo comenzó cuando Urano cometió incesto con su madre Gea, también conocida como la «Madre Tierra». De este acto surgieron primero los Cíclopes y después los Titanes. Cuando Urano envió a los rebeldes Cíclopes al Tártaro (una especie de inframundo confortable), Gea dio una hoz a su hijo menor Cronos, llamado «el Tiempo», con la que éste cortó los genitales a su padre, los lanzó al mar y de la roja espuma surgió Afrodita, llamada «la diosa del amor nacida de la espuma». Cronos se casó con su hermana Rea y ocupó el trono de su padre. Sin embargo, se le predijo que también él sería destronado por sus hijos —en fin de cuentas, era lo que él les había enseñado—. Para evitarlo, devoró a todos sus hijos: Hestia, Deméter, Hera, Hades y Poseidón. A su esposa Rea, esto le pareció enormemente absurdo y escondió a su tercer hijo varón, Zeus, en Creta, donde fue criado junto a su hermano de leche Pan y alimentado con la leche de la cabra Amaltea y con miel (después, en señal de gratitud, Zeus haría del cuerno de cabra la Cornucopia, o cuerno de la abundancia).

La rebelión de Zeus

Ya adulto, Zeus se coló como camarero en casa de su padre Cronos, y mezclando un vomitivo en su bebida hizo que arrojara íntegros todos los hijos que se había tragado. Este vómito desencadenó una serie de guerras entre Cronos y sus hijos. Zeus liberó del Tártaro a los Cíclopes, quienes armaron a los tres hermanos varones: Zeus recibió el rayo, Hades el casco mágico y Poseidón su tridente. A continuación, Hades, oculto tras su casco, robó las armas de Cronos, y mientras Poseidón lo mantenía en jaque con su tridente, Zeus le dio muerte con el rayo. Después comenzó la lucha con los Titanes, pero antes de que pudiera empezar, los nerviosos gigantes se asustaron tanto con el repentino grito de Pan que se dieron a la fuga y regalaron al mundo el concepto de «pánico». Para castigar su miedo, su jefe Atlas fue condenado a sostener el cielo. Todos los demás deberían soportar los balcones de las grandes mansiones del periodo de expansión industrial del siglo XIX. Las Titánides, en cambio, fueron perdonadas. Posteriormente, los tres dioses hermanos se repartieron el mundo: Hades escogió el mundo subterráneo, Poseidón el mar y Zeus la tierra.

Atenea

Comenzó el reinado de Zeus, el padre de los dioses. Su primer acto oficial fue la violación de Metis. Nuevamente, un oráculo había anunciado que el hijo de esta unión destronaría a Zeus, por lo que éste devoró inmediatamente a la titánide Metis, que estaba embarazada, confirmando una vez más la regla de que los hijos están condenados a imitar a su odiado padre. Tras nueve meses, Zeus empezó a sentir fuertes dolores de cabeza, y con la ayuda de Hefesto, su cabeza alumbró a Atenea que vino al mundo completamente armada. Debido a su origen y por haber nacido, sin madre alguna, del propio cerebro de Zeus, Atenea se convirtió en la diosa de la sabiduría. En sus aventuras amorosas, Zeus se volvió cada vez más desconsiderado. Así, por ejemplo, como Sísifo, el gobernador de Corinto, había revelado al desesperado dios de los ríos dónde había escondido Zeus a su hija, éste lo condenó de por vida a arrastrar hasta la cima de una montaña una roca que siempre volvía a precipitarse ladera abajo una vez en la cima.

Los adulterios de Zeus: Temis, Leda y Semele

Con su esposa Hera, Zeus tuvo varios hijos, entre ellos Ares, el dios de la guerra, y Hefesto, el herrero. Hera le reprochaba continuamente su infidelidad, con lo que sólo logró que Zeus buscara más ávidamente otras mujeres. Así, con Temis tuvo a las tres diosas del destino, con Mnemosine (la memoria) tuvo a las nueve Musas, y con la hija de Atlas tuvo a Hermes, el mensajero de los dioses. Huyendo de su celosa esposa Hera, en cada una de sus escapadas se vio obligado a cambiar constantemente de aspecto. Adoptó la forma de una serpiente para tener una hija con Perséfone: Ártemis. Transformado en cisne, sedujo a Leda, que puso un huevo del que salieron los gemelos Cástor y Pólux y la bella Helena. Su relación con Semele, la madre de Dionisos, el dios del vino y de la embriaguez, fue todavía más espectacular: Hera había convencido a Semele, que estaba embarazada, para que no permitiera que Zeus siguiera metiéndose en su cama; Zeus, llevado por un sentimiento de frustración, destruyó con su rayo a Semele; pero Hermes salvó a la criatura introduciéndola en el muslo de Zeus, de donde nació al cabo de tres meses.

Hermes

Hermes era el más inteligente de los dioses. Siendo todavía muy joven, cayó en la delincuencia, sobre todo a causa del robo de ganado y complicados engaños. Inventó la lira, el alfabeto, la escala musical, el pugilato, los números, la balanza y el cultivo del olivo. Sus dos hijos heredaron su talento a partes iguales: Autólico se convirtió en ladrón, y Dafnis creó la poesía pastoril. Después, Hermes se excedió y engendró con Afrodita a Hermafrodito, ser de dos sexos, largos cabellos y pechos de mujer.

Afrodita

Aunque casada con Hefesto, Afrodita se entregó tan intensamente al amor libre como el mismo Zeus, logrando seducir incluso al malhumorado Ares, dios de la guerra. Con Dionisos engendró a Príapo, un niño cuyos enormes genitales apenas lograban compensar su enorme fealdad. E incluso tuvo un romance con Anquises, un mortal, y de este modo se convirtió en madre de Eneas, el único troyano que logró escapar del infierno de su ciudad y que, en sustitución de Troya, fundó la ciudad de Roma.

Pero Afrodita era celosa. Llevada por este desagradable sentimiento, hizo que Mirra se enamorara de su propio padre y se acostara con él cuando estaba bebido. Al recuperarse, el padre comprendió el horrible acto cometido y persiguió lleno de ira a su hija, pero Afrodita la transformó en un árbol, la mirra, de cuya corteza nació el bello Adonis. Cuando Adonis creció, Afrodita también mantuvo relaciones con él, provocando tales celos en el pendenciero Ares que éste se convirtió en jabalí y, durante una cacería, desgarró a Adonis con sus colmillos.

Artemis

Artemis, hija de Zeus, era el polo opuesto de Afrodita. Su padre le dio el don de la virginidad perpetua. Armada con flecha y arco, se convirtió en la virginal diosa de la caza, recibiendo posteriormente el nombre de Diana o Titania. Con este nombre aparece en El sueño de una noche de verano, de Shakespeare, como reina de las hadas; también fue el modelo del personaje de la virginal reina Elisabeth.

Dionisos

El más anárquico de los hijos de Zeus fue Dionisos, que enseñó a los hombres a prensar las uvas y a celebrar embriagadoras fiestas. Él mismo solía andar por la región en compañía de salvajes Sátiros y desinhibidas Ménades y Bacantes, y por donde pasaba difundía un estado de excitación mórbido-festivo. La tragedia surgió precisamente durante la implantación en Atenas de las fiestas en honor a Dionisos (→ Grecia, Tragedia).

Prometeo: la caja de Pandora

Prometeo fue el creador de los hombres. Era un titán hermano de Atlas; pero más listo que él, previo la victoria de Zeus y se puso de su lado. Después, sin embargo, atentó contra su poder al hacer entrega del fuego a los hombres. Como castigo, Zeus creó a Pandora, la más bella de las mujeres, y la dotó de una caja que contenía todos los males de la humanidad: la vejez, la enfermedad, la locura, los vicios y las pasiones. Zeus envió a Pandora y a su caja a Epimeteo, el hermano de Prometeo, quien presintió la desgracia y desaconsejó a Epimeteo que abriera la caja. Como castigo, Zeus encadenó a Prometeo en el monte Cáucaso e hizo que dos águilas devorasen diariamente su hígado. Por traer la luz a los hombres, por ser el primer ilustrado, Prometeo se convirtió en el modelo del revolucionario.

Europa

Los dioses también mantenían relaciones sexuales con los mortales, cuyo fruto fueron los semidioses y los héroes. Agenor de Palestina es el padre de Europa. Cuando Hermes estaba pastoreando su ganado junto al mar, Zeus se transforma en un hermoso toro blanco y rapta a Europa. Agenor manda a sus hijos a buscarla: Fénix marcha a Fenicia y se convierte en el ancestro de los cartagineses; Cílix viaja a Cilicia y Tarso a la isla que lleva su nombre. Cadmos, en cambio, viaja a Grecia, funda la ciudad de Tebas y se casa con Harmonía, la hija de Ares. A la boda acuden todos los dioses y ofrecen a la novia un collar que, aunque confiere una belleza irresistible a quien lo posee, también puede atraer la desgracia, lo que afectaría sobre todo al descendiente de la pareja: el rey Layo.

Edipo

A Layo, el Oráculo de Delfos le había predicho que su hijo lo mataría y que después éste desposaría a su propia madre. Para evitar tamaña calamidad, Layo abandonó a su hijo Edipo. Criado por un pastor, Edipo se encontró con su padre sin reconocerlo y, en el curso de una acalorada discusión sobre quién tenía prioridad de paso, acabó por darle muerte. Después liberó la ciudad de Tebas de la Esfinge, el monstruo devorador de hombres, al conseguir resolver su enigma (¿Cuál es el animal que primero tiene cuatro pies, después dos y finalmente tres? —Un enigma que verdaderamente no era difícil de resolver, pero la Esfinge se suicidó cuando fue resuelto—). Como recompensa desposó a la reina viuda, su madre Yocasta, cumpliendo de este modo la sentencia del Oráculo. Puesto que ahora debía velar por el bien de la ciudad, cuando irrumpió la peste consultó al Oráculo délfico, que le aconsejó: persigue al asesino de Layo. El adivino Tiresias, ciego y hermafrodita, le revelaría que había sido él mismo quien había matado a su padre y se había acostado con su madre. Edipo se horrorizó tanto que cogiendo un broche del vestido de su madre se quitó la vista. Tema digno de tragedia, el poeta Sófocles (496-406 a. C.) escribió dos tragedias sobre Edipo. Freud, sin embargo, fue mucho más allá y afirmó que todos los europeos y los norteamericanos padecían el complejo de Edipo.

En Tebas tomó el mando Creonte, tío y cuñado de Edipo, quien desposó a su hijo con Antígona, hija de Edipo, a la que le prohibió enterrar el cadáver de su hermano Polinices, caído en combate contra Tebas (→ Lenguaje, Autorreferencialidad). De este modo la situó en un conflicto de deberes entre la razón de Estado y la piedad familiar, lo que inspiró a Sófocles una tragedia sobre Antígona, y a Hegel su teoría de la tragedia.

Anfitrión

Lo que se presta a una verdadera comedia, en cambio, es la historia de Anfitrión: el rey de Micenas le había dado como esposa a su hija Alcmena y Anfitrión le pagó con la muerte. Ante la sed de venganza de su hijo, Anfitrión huye a Tebas y ayuda a su tío Creonte en sus guerras. Pero Zeus se enamoró de Alcmena y se hizo pasar por su marido, de modo que, cuando Anfritión regresó del combate, tuvo que oír que ya había estado allí. Basándose en esta historia, Plauto, Molière, Kleist y Giraudoux han escrito magníficas comedias de enredo.

Heracles

El fruto de la unión entre Zeus y Alcmena fue Heracles (Hércules, en latín) célebre por sus doce penosos trabajos: entre otras cosas, tuvo que limpiar los establos de Augias; dar caza al can Cerbero, el guardián de los infiernos; dar muerte a la hidra de las cien cabezas; estrangular al león de Nemea, cuya piel lleva desde entonces en su brazo, y coger las manzanas del Jardín de las Hespérides tras una feroz lucha con Anteo, que recuperaba sus fuerzas cada vez que tocaba el suelo.

El laberinto

Zeus había raptado a Europa y se la había llevado a Creta. Allí, Europa dio a luz a Minos, quien había heredado de su madre su predilección por los toros hermosos. Como Minos no quiso sacrificar el magnífico toro blanco que Poseidón había enviado desde el mar, sino que prefirió conservarlo, el dios se vengó de su rebeldía haciendo que su esposa Pasifae se enamorara del toro. Ella encargó al famoso artesano Dédalo que le construyera una vaca de madera de hermosas piernas en la”“que pudiera meterse. Cuando el toro blanco vio la trampa, se dejó llevar por su ciego impulso, y Pasifae se quedó embarazada de un monstruo —medio toro, medio hombre—, que se convertiría en el horrible Minotauro, asesino de hombres. Para ocultar el escándalo, Dédalo tuvo que construir un laberinto en el que Minos encerró al Minotauro, y en el que también lo encerró a él, con objeto de que no revelase el secreto del que era conocedor. Pero Dédalo era un constructor hábil y con plumas y cera fabricó en secreto unas alas para él y para su hijo Icaro. Con ellas pudieron alzar el vuelo y escapar. Cuando el desafortunado Icaro, desoyendo las advertencias de su padre, se acercó demasiado al Sol, el inmenso calor derritió la cera y se precipitó en el mar de Icaria.

Teseo

Mientras tanto, Poseidón había engendrado a Teseo, entregándoselo como hijo adoptivo a Egeo, rey de Atenas. Ya adulto, Teseo se propuso liberar a Creta del Minotauro. Para ello contó con la ayuda de Ariadna, la hija de Minos, quien le dio un hilo con el que pudo salir del laberinto después de dar muerte al Minotauro. A petición suya, Teseo se llevó a Ariadna consigo de regreso a casa, aunque por razones desconocidas la dejó abandonada en la isla de Naxos, donde ella prorrumpió en amargos lamentos. Pronto fue vengada, pues en su viaje de vuelta Teseo olvidó izar la vela blanca en señal de éxito, tal y como había convenido con su padre. Cuando Egeo divisó la vela negra del fracaso, se arrojó desesperado al mar que desde entonces lleva su nombre.

Posteriormente, Teseo luchó en numerosas ocasiones contra las feministas Amazonas (a mazon significa «sin pecho», pues las mujeres guerreras se cortaban un pecho para poder tensar mejor el arco).

En la familia de los Atridas hubo tantos crímenes como en la de Edipo. Los hermanos Atreo y Tiestes rivalizaban por el dominio de Micenas y por la misma mujer: Aerope, esposa de Atreo y amante de Tiestes. Atreo engendró a Agamenón y a Menelao, y Tiestes a Egisto, quien con el tiempo se convertiría en asesino de Atreo.

Después de todos estos crímenes, Agamenón fue rey y desposó a Clitemnestra, la hija de Tántalo (que padecía en el Hades el suplicio que lleva su nombre: cada vez que quería beber, el agua se apartaba de él). Su hermano Menelao, en cambio, se casó con la hija de Leda, la bella Helena. Afrodita predestinó a ambas a llevar la desgracia a los hombres a causa de sus infidelidades matrimoniales.

Y así llegamos a la guerra de Troya y a la Ilíada y la Odisea.

La Ilíada y la Odisea

Paris y la bella Helena

Héctor y Paris eran, entre otros muchos, hijos de Príamo, rey de la ciudad de Troya situada en el estrecho de los Dardanelos. Poco antes de que Paris naciera, su madre, Hécuba, soñó que su hijo llevaría la ruina a Troya, así que Príamo encargó al administrador de sus rebaños dar muerte a su hijo; pero aquél lo dejó vivir e hizo de él un pastor que pronto destacó por su belleza y su incorruptible juicio en el peritaje del ganado. Por eso Zeus le confió el papel de juez en un concurso de belleza en el que competían Atenea, Hera y Afrodita, encomendándole que entregara como premio una manzana a la más bella de entre las tres. Afrodita consiguió corromperlo con la promesa de darle el amor de la bella Helena, y Paris le concedió la manzana. Decepcionadas, Atenea y Hera deciden destruir Troya.

La expedición griega a Troya

París fue reconocido como hijo de Príamo y raptó a Helena de Esparta, llevándosela consigo a Troya. Después Agamenón convocó a todos los reyes griegos en Aulide, donde celebraron una asamblea en la que se decidió llevar a cabo una expedición de castigo. Pero una minoría radical quiso escabullirse: Ulises fingió estar loco, Aquiles fue ocultado bajo ropas de mujer por su madre Tetis. Pero con la ayuda del viejo Néstor y del hercúleo Ayax, fueron descubiertos y obligados a participar; no obstante, Aquiles pudo llevar consigo a su querido Patroclo. La calma del mar impedía a la flota partir, hasta que el sacerdote Calcante, un desertor troyano, aconsejó a Agamenón que sacrificara a su hija Ifigenia para así aplacar a Artemis: cuando el hacha ya caía, los dioses arrebataron a Ifigenia llevándosela a Táuride. Pese a ello, la flota pudo partir.

La cólera de Aquiles

Durante diez años los griegos sitiaron la ciudad. La historia de la Ilíada comienza verdaderamente al décimo año de asedio: para entonces, Aquiles, junto con su tropa, se ha convertido en el guerrero más importante. Sin embargo, cuando Agamenón le roba a un rehén troyano se encoleriza y se retira de la batalla. Mientras tanto, Héctor de Troya” “comete un sangriento error y da muerte a Patroclo, el querido amigo de Aquiles. Lleno de cólera, Aquiles hace que los troyanos retrocedan de nuevo a su ciudad, da muerte a Héctor y, atándolo a la cola de su caballo, arrastra su cuerpo, dando tres veces la vuelta alrededor de Troya.

Cuando Aquiles nació, su madre, Tetis, lo sumergió en las aguas del Estigia, el río del mundo subterráneo, con el fin de hacerlo invulnerable. Pero el agua del Estigia no llegó al talón por el que su madre lo sujetaba, y justamente en ese lugar le alcanzó la flecha de París que le dio muerte. Y las murallas de Troya no querían caer.

El caballo de Troya y Laocoonte

Ulises idea un ardid eficaz: los griegos construyen un gran caballo de madera y hacen que un supuesto desertor difunda la noticia de que el caballo hace invencible a su propietario. A continuación levantan aparentemente el sitio de la ciudad, tras haber escondido a sus mejores guerreros en el interior del caballo. Cuando el sacerdote Laocoonte estaba advirtiendo a los troyanos de los peligros del caballo, Apolo envía dos serpientes que estrangulan a Laocoonte y a sus hijos gemelos. Príamo, en la creencia de que Laocoonte había sido castigado por haber ultrajado la imagen de culto, hace que introduzcan el caballo en la ciudad. En su interior, los guerreros griegos aguardan a que caiga la noche, salen secretamente del caballo y abren la puerta de la ciudad al resto del ejército. Así comienza el origen de todos los saqueos, masacres y destrucciones. Por fin caen las murallas de Troya y la ciudad es arrasada.

Entreacto trágico: Orestes y Electra

A Agamenón no le da tiempo a disfrutar de su victoria, pues, a su regreso a casa, su esposa Clitemnestra hace que encuentre la muerte a manos de su amante, Egisto. Orestes y Electra, hijos de Agamenón, escapan de la masacre. Pasados ocho años, Orestes regresa y, con la ayuda de su hermana Electra da muerte a su madre y a Egisto. El matricidio provoca la persecución de las Erinias, las diosas de la venganza. Finalmente, en Atenas tiene lugar un juicio en el que se dilucida sobre la primacía del patriarcado o del matriarcado. Como Atenea, la huérfana de madre, se pone del lado de los hombres, Orestes es absuelto: para vengar a su padre, podía matar a su madre; Hamlet ya no podrá hacerlo. La historia, un magnífico argumento para una tragedia, inspiró también Mourning Becomes Electra, la obra de O’Neill.

La Odisea: las aventuras de Ulises

La Odisea narra el prolongado viaje de regreso de Ulises y su vuelta a casa, en Ítaca. El héroe demuestra su astucia en numerosas aventuras. Para salvarse de Polifemo, cíclope devorador de hombres, Ulises y sus acompañantes lo emborrachan, le queman su único ojo y después, escondidos entre su ganado, escapan de él. Asimismo, Ulises logra sustraerse al intento de la hechicera Circe de convertirlo en cerdo, lo que no todos consiguen. Después se encuentra con las Sirenas, cuyo canto, al igual que el de Loreley, lleva a la muerte a quien lo escucha. Pero Ulises, siguiendo el consejo de Circe, tapona con cera los oídos de su gente, mientras él se hace atar al mástil de su barco para no sucumbir a la atracción mortal de la música. Así, según Theodor W. Adorno se convierte en el primer asistente a un concierto. Posteriormente debe atravesar con su barco un estrecho, en el que a la izquierda se abre el remolino de Caribdis y a la derecha acecha el monstruo de Escila. Finalmente Ulises naufraga y desembarca solo y desnudo en la isla de los feacios, donde lo cura Nausicaa, la hija del rey, quien proporciona a Ulises un barco que finalmente lo lleva a Ítaca.

La llegada a casa

Veinte años ha faltado Ulises de casa, durante los cuales ciento doce pretendientes no han dejado de asediar a su esposa Penélope, que ha prometido decidirse por uno de ellos tan pronto como acabe de tejer la mortaja para su suegro Laertes. Penélope deshace por la noche lo que ha tejido por el día. Cuando Ulises llega a casa se disfraza de mendigo. Su perro Argos no precisa servirse de sus ojos de lince para reconocerlo inmediatamente, pero no así su mujer. Cuando Penélope anuncia que se casará con el pretendiente que sea capaz de tensar el arco de Ulises y pasar su flecha a través de un anillo formado por doce hachas, Ulises coge el arco, lo tensa, pasa la flecha por el anillo, se descubre y, con la ayuda de sus criados y de su hijo Telémaco, da muerte a los pretendientes. Por fin ha logrado reunirse con Penélope, como lo hará tres mil años después el dublinés Leopold Bloom con su esposa Molly. // Pasaje de: Schwanitz, Dietrich. La cultura.1999

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