La asunción de Joe Biden como presidente de los Estados Unidos abre muchas expectativas en América Latina porque podría haber un cambio en el vínculo político y social. El nuevo gobierno designó a Janet Yellen como secretaria del Tesoro (la primera vez que una mujer ocupará ese cargo en EE.UU) y de esa área dependen los funcionarios estadounidenses que integrarán el Fondo Monetario Internacional. No en vano, ayer el presidente, Alberto Fernández, mantuvo una videoconferencia desde la residencia de Olivos con la titular del organismo internacional de crédito, Kristalina Georgieva.
Veamos, paso a paso. A Yellen se le atribuye un perfil político y una mirada política sobre la economía por lo que sus definiciones influirán sin dudas en el board del Fondo Monetario que entre mucha otras cuestiones, debe retomar las negociaciones con la Argentina por el crédito stand by ya otorgado al ex presidente Mauricio Macri por un monto inédito y en tiempo veloz en relación a la historia del FMI. Dentro del Fondo piden mano dura con la Argentina y también con Latinoamérica con lo que Yellen podría traer un manto de “pseudo piedad” respecto de las reformas estructurales pendientes en tiempos de pandemia. Pero además, Yellen posee una buena relación con el referente internacional Joseph Stiglitz (padrino en cierto modo del ministro de Economía, Martín Guzmán quien es en definitiva el que pone la cara en la negociación técnica).
De todos modos, se sabe que el FMI en la práctica terminará exigiendo parámetros conocidos como más estabilidad macroeconómica, menos inflación, ningún cepo al dólar y menos gasto. Pero, si hay venia política para tener una soga más laxa en cuanto al gasto del 2021, eso beneficiaría al Gobierno en un año electoral sosteniendo los planes asistenciales que se instrumentaron por el coronavirus y que no se mantuvieron en las partidas presupuestarias escritas en el Presupuesto en vigencia. El ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, lo dijo muy claro esta semana en declaraciones radiales “desde el Gobierno recurriremos a todos los instrumentos para dar asistencia en todo los casos que sean necesarios, aunque el Presupuesto no lo contemple”.
De hecho el gabinete económico no descarta la posibilidad concreta de un cuarto IFE al que se accedería con la pre inscripción en ANSES y en esa dirección se movieron las manifestaciones de las organizaciones sociales en los últimos días. La necesidad de asistencia no será poca ni en la Argentina ni en la región. Un reciente estudio de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) reveló que la desocupación en América Latina y El Caribe será del 11,2% este año porque, aunque habrá recuperación, “será insuficiente para recuperar lo perdido durante el 2020”. El informe advirtió también que persistirá la incertidumbre sanitaria, un tema que preocupa a la industria y la construcción, por donde el Gobierno espera que vaya dándose la reactivación este año. Aun cuando en esos sectores se vislumbran leves repuntes de actividad y empleo en los últimos meses que colocarían la producción en niveles similares a la pre-pandemia en algunos subsectores.
Por todas estas razones, en su entrevista virtual con Georgieva, el Presidente destacó la necesidad de seguir trabajando en un programa apoyado por el organismo multilateral y diseñado y conducido por la Argentina. Según fuentes gubernamentales, durante la conversación se remarcó la importancia de la recuperación económica como condición necesaria para la estabilización, así como la necesidad de poner las cuentas fiscales en orden a una velocidad que sea consistente con el crecimiento para garantizar la estabilidad de mediano plazo.
Del mismo modo, coincidieron en que el programa debe estar basado en supuestos realistas sobre cómo funciona la economía argentina. El mandatario y la funcionaria del FMI también acordaron en la necesidad de trabajar, desde lo que se espera sea un renovado multilateralismo, por una economía mundial más justa e inclusiva. En un comunicado de prensa oficial, se destacó que Fernández ratificó que la Argentina avanzará en esa dirección desde su posición en la región y como miembro tanto del G20 como del FMI.