A pesar de todos los esfuerzos oficiales por sostener la asistencia al sector privado en pandemia, un 8% de las compañías creen que cerrarán de todos modos sus persianas. Es el resultado de una encuesta que realizó el Observatorio Pyme sobre 8.422 empresas de todo el país que fueron entrevistadas desde marzo hasta ahora. “Coronavirus: el impacto sobre las Pymes, producción y empleo” reveló que “el promedio nacional de cierre ronda el 8%”, era un estimador que se proyectaba en el comienzo de la cuarentena, a mediados de marzo. De acuerdo con ese informe eso representaría unas 60.000 pymes que ocupan 263.000 trabajadores la proporción de cierre parece mayor en el comercio (10%), los servicios (9%) más que en la Construcción o la industria manufacturera (7%).
Es un dato letal para la actividad económica pero, sobre todo para el empleo, que será sin dudas la principal preocupación para el 2021. En ese territorio aún no se vio lo peor. Lo sabe el Gobierno y lo sigue minuto a minuto la CGT. En ese mismo informe del Observatorio Pyme, que conduce Vicente Donato, se reveló otro dato que va en la misma dirección. Existe una diferencia entre el grado de operatividad que presentan las empresas y la tasa de actividad del personal. “Las empresas en completa actividad no están reincorporando al staff completo”, y eso tiene que ver con las restricciones de los grupos de riesgo o los protocolos sanitarios pero también con nuevos procesos de organización interna. “El grado de operatividad de las empresas se refiere al funcionamiento de la firma y no a la tasa de actividad del personal” destacó el informe. Las compañías que están 100% operativas funcionan con entre el 20% y el 35% de su personal. Y, es más, el 43% de las encuestadas admitieron que no tendrán posibilidad de incluir la modalidad de teletrabajo y eso involucraría a cerca de 280.000 empresas y un universo cercano a 1,5 millones de trabajadores registrados.
Este nubarrón con fuertes turbulencias ya está depositado en el frente del oficialismo de cara al inicio mismo del 2021 porque, hasta diciembre rige el decreto que prohíbe los despidos y suspensiones. Por eso, hay una fuerte apuesta por parte del Gobierno a no dilapidar esta vez un fin de año que pareciera ser más tranquilo que lo que se esperaba hace sólo un mes atrás. Hay un dólar más calmo que lo seguiría estando por al menos otros 180 días, apuestan en el mercado, una brecha cambiaria entre la cotización oficial y la del blue que cede, la salida al mercado para financiarse (habrá otras 5 licitaciones este mes, además de la de esta semana que celebró el Palacio de Hacienda) y la nueva misión del Fondo Monetario que ya está en la Argentina y tendría buenas noticias para el equipo económico. De todos modos, como pasa en el ámbito sanitario, nada está terminado y, sobre todo, hay temor al rebrote que traducido a la actividad económica sería a una nueva caída brusca que podría darse a partir de mediados de enero.
En este sentido, se prepara un paquete de medidas para Navidad para inyectar consumo en los sectores más vulnerables y que esta vez, en plena pandemia, estuvieron más vulnerables que nunca. También habrá un puñado para repartir entre los jubilados que tengan los haberes más bajos. Por eso, porque se requerirá una muñeca de cristal para imprimirle expectativas positivas al 2021, es que el Gobierno debería maniobrar las tensiones dentro de la coalición gobernante pero, tal vez, también debería mejorar las instancias de diálogo para evitarse tirones de orejas innecesarios por parte de aliados que resultarán imprescindibles, como ocurrió con el comunicado de la CGT que protestó por la nueva fórmula jubilatoria pero sobre todo porque el Gobierno no los sentó a la mesa a conversar antes de decidir la letra chica del proyecto parlamentario que impulsó el massismo y el kirchnerismo.