“Menos armas y más comida, menos hipocresía, más transparencia, más vacunas”: Con estas declaraciones contundentes el papa Francisco presidió el gran evento multiétnico en el Coliseo. Un encuentro internacional por la paz que junto a los líderes religiosos del mundo trazó la hoja de ruta para un camino de paz.

“Es la guerra la que se burla de la vida humana. Y la violencia es el trágico y siempre prolífico comercio de armas, que a menudo se mueve en las sombras, alimentado por ríos subterráneos de dinero. Quiero reiterar que la guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una rendición vergonzosa, una derrota ante las fuerzas del mal. Hay que dejar de aceptarlo con la mirada desprendida de la noticia y tratar de verla con los ojos de los pueblos”, exclamó el Papa.

Bergoglio, acompañado por los exponentes de las distintas religiones de todo el mundo, recordó el documento sobre la hermandad humana: “Hace dos años, en Abu Dhabi, con nuestro querido hermano presente aquí, el Gran Imán de Al Azhar, invocamos la hermandad humana por la paz, hablando en nombre de los pueblos que han perdido su seguridad, paz y convivencia común convirtiéndose en víctimas de destrucción, ruinas y guerras”. De ahí la advertencia: “Estamos llamados, como representantes de las religiones, no a ceder a la tentación del poder mundano, sino a ser la voz de los que no tienen voz, apoyo de los que sufren, defensores de los oprimidos, de las víctimas de odio, rechazado por los hombres en la tierra pero precioso ante quién habita en los cielos. Hoy tienen miedo, porque en demasiadas partes del mundo, en lugar de prevalecer el diálogo y la cooperación, el enfrentamiento militar está cobrando fuerza como herramienta decisiva imponiéndose“.

Bergoglio, mientras hablaba con su mirada fija dirigida hacia el Arco de Constantino, el monumento en honor al último gran emperador romano lanzó un nuevo llamamiento desde el corazón: “Es nuestra responsabilidad, queridos hermanos ayudar a erradicar el odio y condenar todas las formas de violencia. Que no sean palabras vacías, sino insistentes peticiones que planteamos por el bien de nuestros hermanos, contra la guerra y la muerte. Menos armas y más comida, menos hipocresía y más transparencia, más vacunas distribuidas de manera justa y menos armas vendidas imprudentemente”, concluyó.

Merkel: la humanidad es una comunidad de destino

“Debe surgir la conciencia de que la humanidad es una sola“, “ante los desafíos que debe afrontar la humanidad, como el cambio climático, la humanidad es una comunidad de destino“. Así dijo la canciller alemana, Angela Merkel, en su discurso en la ceremonia final de la conferencia interreligiosa “Popoli Fratelli, Terra Futura“. “Necesitamos un diálogo respetuoso, comprensión mutua de la dignidad humana, apertura y tolerancia“, prosiguió la canciller, quien habló en el escenario frente al Coliseo después de la oración por la paz presidida por el Papa Francisco. “Que este espíritu de comunidad de paz parta de Roma y se difunda“, concluyó la líder política más influyente de Europa.

Denuncia del pueblo armenio

En este contexto, en donde el Papa pidió terminar con la venta de armas y erradicar la violencia, fue crucial la presencia del Ombdusman de Armenia, el abogado Arman Tatoyan, quién le manifestó al Santo Padre su preocupación por los derechos humanos en Armenia.

El Defensor del Pueblo presentó recientemente una apelación ante la Corte Internacional de Justicia de las Naciones Unidas contra Azerbaiyán.

La denuncia consta de varias partes, en las que se informa sobre el trato a los presos y civiles armenios, con referencias al reciente informe del propio Tatoyan en donde exige la “Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial que se vive en Armenia“.

El informe también denuncia los “métodos terroristas” aplicados por la política azerbaiyana de limpieza étnica, destaca los ataques a aldeas en las cercanías de Vartenis y tiene una sección separada sobre la destrucción del patrimonio cultural armenio durante la guerra, con documentación específica sobre el vandalismo contra la iglesia Sant’Yeghishe en Mataghis.