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martes, abril 23, 2024
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¿Puede secar tan rápido la sangre en las muertes policiales?

El Estado llega tarde, la sociedad parece no acompañar y los medios muchas veces miran para otro lado. ¿Estamos a tiempo de cambiar?

Se han suscitado hechos de violencia extremadamente graves, que han dejado un saldo de policías muertos importante. Hay un estado que llega tarde, medios de comunicación que buscan un punto de rating, opositores que politizan la muerte por un voto y una sociedad adormecida ante la sangre que seca rápido; todo esto como antesala de la violencia que seguirá incrementándose. ¿Estamos a tiempo de despertar del letargo?

En lo que va de este año 2020, tenemos una veintena de policías asesinados en manos de la delincuencia. Una cantidad alarmante si tenemos en consideración que vivimos todo este tiempo en un cuasi confinamiento producto de la pandemia. Como dato comparativo, las fuerzas de seguridad vivieron el momento más álgido en cuanto a efectivos asesinados hace 18 años, con un centenar de bajas.

Me refiero a un Estado que llega tarde, porque sólo nos muestran por las redes sociales cuando se atrapa al asesino y se lo pone a disposición de la justicia; en el mejor de los casos. Ya ni siquiera los medios de comunicación nos informan el final de la historia, tal vez porque no suma al rating; solo suma mostrar el cuerpo abatido en el asfalto, eso si vende (y después se ofenden cuando se los trata de amarillistas). Los medios trabajan bajo tres preceptos claros: Rating, golpear al gobierno de turno y causar un efecto colateral en la sociedad. Por otro lado, la oposición politiza la muerte; no le interesa la persona fallecida pero la utiliza como “bandera”. Unos modos que repugnan. Claro que en una sociedad aletargada, acostumbrada a aceptar lo inaceptable, todo esto pasa desapercibido y termina siendo funcional a estas operaciones. Detrás la familia del policía asesinado, destruída y olvidada, que para obtener una mísera pensión debe golpear un sinfín de puertas ministeriales, ocupadas por los mismos que en el funeral se vistieron sus trajes de gala. Si la propia institución policial se olvida de esa familia ¿qué se puede pretender de los demás?

El Estado debe trabajar en el antes, el durante y el después de cada muerte, porque de esa reconstrucción histórica debe surgir una enseñanza que sirva para capacitar mejor a nuestros hombres y mujeres policías. La capacitación es la herramienta fundamental para todo policía. La “profesionalización” debe dejar de ser una palabra vacía de campaña marketinera. No se puede seguir engañando a la ciudadanía con supuestos logros de gestión, cuando todos caminamos la calle y sufrimos semejante nivel de violencia.

La oposición debe aportar ideas constructivas e innovadoras, lejos de mezquindades políticas. Lo mismo que el poder judicial debe asumir el rol preponderante que tiene en la lucha contra el delito. Todos y cada uno de nosotros debemos exigir resultados favorables, trabajo incansable y compromiso absoluto. La participación ciudadana exigiendo, controlando y aportando, es fundamental para terminar con este flagelo. Sabemos que el 2021 será un año tan duro como este que termina y debemos estar preparados.

Para terminar, y como pongo el cuerpo donde pongo mi palabra, hace tiempo presente un proyecto de seguridad ciudadana en el partido de Avellaneda que he denominado: “Avellaneda libre de delito” (link: https://youtu.be/34fBAa-xlUg ). Algún día la política deberá escuchar a los ciudadanos.

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