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sábado, abril 13, 2024
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Silvia no falleció, a Silvia la asesinó un femicida

De 86 avisos fúnebres, dos recuerdan sólo a Silvia Saravia. En todos los demás, se destaca al femicida Jorge Neuss. La pandemia que no quieren ver

Silvia Saravia tenía 69 años cuando se convirtió en otra de las tantas víctimas de la violencia machista en la Argentina. Ella no murió ni falleció: a Silvia la mató de un balazo en la cabeza su esposo, el femicida Jorge Neuss (72).

Mientras se gastan ríos de tintas para contar casos de femicidios y mencionar que el flagelo se lleva la vida de al menos una mujer por día en nuestro país sólo por el hecho de ser mujer, la falta de empatía por las víctimas sigue siendo un enorme problema para todos.

Esta mañana, el diario La Nación, en su tradicional sección de fúnebres publicó ochenta y seis avisos en los que se despiden a ambas personas (cabe aclarar que son avisos pagos, sin relación con la información periodística). Pero llamativamente de los 86, sólo dos recuerdan a la víctima del femicidio. En los otros, familias y empresas importantes del país, abrazan y destacan primero a Neuss y después, como si fuese un accidente o un hecho trágico, a Silvia.

La mayoría de los textos mencionan que “participan con profundo pesar y ruegan una oración en su memoria”, de Jorge y, en segundo lugar, de Silvia. Otro texto: “Acompañamos a toda la familia Neuss en tan triste momento”. Todos con la misma consigna, “despedir al querido Jorge que murió con su mujer”.

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A todos ellos debemos recordarle que Jorge Neuss, el sábado pasado en horas del mediodía, esperó que Silvia regresara a su casona del country Martindale, en Pilar. Cuando ella ingresó al baño de la suite, en el primer piso, él trabó la puerta de la habitación con llave y se metió en el sanitario con un revólver magnum en una de sus manos.

Según se interpreta a partir del informe forense, Silvia peleó por su vida tratando de zafar del agresor, pero no pudo. Neuss la agarró de los pelos, le apoyó el caño del revólver en la cabeza y la ejecutó de un balazo. Después, el femicida caminó unos metros hacia atrás y mirando hacia el baño con la puerta abierta, desde donde se veía perfectamente su faena criminal, se apoyó el arma en la cabeza y se mató.

Los avisos fúnebres que fueron publicados hoy en La Nación hablan de una parte importante de la sociedad argentina que, por acción u omisión, sigue sin tomar nota de una pandemia que crece cada año: la violencia de género.

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