Ricardo Barreda purgó su pena por el asesinato de su mujer, de su suegra y de sus dos hijas, a quienes mató en 1992, mucho antes de que el femicidio estuviese tipificado en el Código Penal argentino. A los 83 años y próximo a su muerte, el odontólogo expresó su última voluntad, que no se cumplirá.
“Su última voluntad era ser cremado y que se esparcieran sus cenizas en la cancha de su amado Estudiantes de La Plata”, reveló esta semana Pablo Martí, biógrafo de Barreda.
Martí era la única persona que visitaba a Barreda en el geriátrico de José C. Paz donde murió el lunes pasado por “causas naturales” a los 83 años, por lo que las autoridades de la residencia para adultos mayores lo llamaron a él para informar del deceso, y a nadie más.
El cuerpo del cuádruple femicida fue inhumado el martes tras la debida autorización judicial.
Desde el club Estudiantes de La Plata rechazaron este jueves la sola posibilidad de que alquien pida que las cenizas de Barreda sean esparcidas en el estadio ubicado en 1 y 57.
Un alto directivo de Estudiantes confirmó a Télam que el club “tiene una historia muy fuerte de respeto y de participación de mujeres en la vida social y deportiva, y eso marca toda una definición y una postura muy clara” frente al pedido del cuádruple femicida.
“No hubo ningún pedido al respecto, no se consideró ni está en evaluación. El tema no admite discusión alguna”, sentenció la fuente.
Ricardo Barreda fue condenado en 1995 a prisión perpetua por el triple homicidio calificado y el homicidio simple de su esposa Gladys McDonald (57); a sus dos hijas, Cecilia (26) y Adriana (24); y a su suegra Elena Arreche (86), a quienes asesinó en su casa de La Plata.
El odontólogo fue beneficiado con la prisión domiciliaria en 2008 y para 2016 se consideró “extinguida la pena impuesta”.
Tras varios meses internado en el Hospital Eva Perón de esa localidad bonaerense, Barreda fue trasladado al geriátrico “Del Rosario” en José C. Paz donde murió