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martes, abril 16, 2024
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En medio de la grieta, ahora fuego amigo

El análisis político de nuestro especialista. Las peleas palaciegas y las intrigas del gobierno

El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el Presidente de la Nación, Alberto Fernández. (Telam)

No somos esenciales, pero logramos la excepción. Y así nos largamos a la calle y nos filtramos en lugares impenetrables de la política. Transitamos pasillos, pusimos la oreja detrás de alguna puerta, algún distraído funcionario que deja escapar música para nuestros oídos y alguien travieso que suelta información. Todo confluye para argumentar nuestra hipótesis de conflicto. La tan mentada grieta, hoy llamada al olvido en el sustento de la foto políticamente correcta de hermandad ante el duro y penoso azote de la pandemia, tiene su propio virus, que se desparrama por espacios interiores.

Vamos a ser más claros, porque ahora dicen que el medio ambiente está más cuidado y todo se transparenta. En algún tiempo no tan lejano, la grieta produjo un quiebre en nuestra sociedad. Tuvo buenos y malos, según la posición. Enfrentó a kirchneristas, peronistas, macristas, lilitos, radicales, trolls, a unos y a otros. Los medios no estuvieron al margen. Hoy, como quedó dicho, la foto de la concordancia consecuente de la pandemia, que muestra en primer plano al presidente Alberto Fernández, el gobernador Axel Kicillof y el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, tiene un significado hacia afuera, y una lectura, muy bien abrigada por un manto de realidad, por el otro, más allá de lo curioso que resulta que los tres sean porteños, más allá de sus residencias circunstanciales.

Ex Presidente de la Nacion, Mauricio Macri.

Es cierto que la estructuración para el manejo sanitario, económico, social y comunicacional de la cuestión provocada por el coronavirus necesitó de ese marco deliberativo permanente entre los tres principales líderes gubernamentales de nuestro país. Pero vayamos por partes, como dijo el legendario Jack.Las palmadas de Alberto a Horacio, los agradecimientos mutuos y generosos, tienen una causa común: mensaje por elevación para el ex presidente Mauricio Macri.Se sabe, pero se refresca, que Horacio es producto del macrismo. Y siempre hubo respeto al liderazgo de MM. Pero en el mundillo político y periodístico, se sabe también que Larreta siempre que pudo, buscó diferenciarse del ex presidente. Y en la debacle de Macri, mucho más. Así fue como el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires pudo retener casi cómodamente su cargo ejecutivo.

Usted podrá preguntarse, ¿por qué Alberto tendría que ayudar a Larreta a construir su propia imagen si puede ser su adversario en 2023? ¿No lo potencia como figura política? Es una buena pregunta la que usted hace, pero en el entorno presidencial entienden que hoy, aún, no garpa el juego de la política, el común de la gente está pendiente de la evolución sanitaria del país y que habrá tiempo para discutir liderazgos. Sin embargo,hay quienes dicen en el entorno de Alberto que “hoy, esta foto, termina con el macrismo. Ya habrá tiempo para el larretismo”.Por el lado del jefe porteño, “celebran” estas fotos, cada gesto y cada palabra del Presidente. Porque contribuyen a esa figura de consenso, anti grieta, que quiere construir Larreta, muy a diferencia de lo que pregonaba su -¿ex?- jefe político. Por eso, en la calle Uspallata, sede del gobierno de la Ciudad, sospechan ante cada operación mediática o ante alguna ocasional denuncia -como la reciente compra de los barbijos a precios exorbitantes- que hay más fuego interno que enemigo. Agatha Christie podría preguntarse “¿no será que el enemigo está adentro?”.

El ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo. (Telam)

Y ya que hablamos de precios y de embates internos, de lo mismo se habla entre Olivos y Balcarce 50. ¿Por qué la vinculación? Porquela denuncia que obligó a volar por el aire a un funcionario del Ministerio de Desarrollo de la Nación golpeó en el corazón de un ministro designado por Alberto Fernández, como Daniel Arroyo, y algunos mal pensados, muy mal pensados, creen que la mano del kirchnerismo que mece la cuna del albertismo podría tener algo que ver.No hay huellas que registren o prueben tan mal pensamiento, pero, hay más de uno -o una- que cree que el Ministerio es pretendido por las huestes de CFK. Casualmente, esas mentes que siempre están elucubrando, afirman que en la movida que generó el desembarco del “Cuervo” Larroque en ese mismo organismo a nivel provincial, hubo una señal. Las primeras fotos del hombre de La Cámpora fueron en ese sentido. Recibió a líderes de movimiento sociales nacionales y a Emilio Pérsico, reconocido dirigente social que hoy es funcionario. ¿Dónde? Debajo de Arroyo en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Larroque también recibió a Juan Grabois por estos días. Son extrañas casualidades que se dan en la vida. En ese cambio de funcionarios, la postergada pero sabida eyección de Alejandro Vanoli de la ANSES, motivó el desembarco de la marplatense Fernanda Raverta, otra destacada representante de La Cámpora y con signos vitales de kirchnerismo explícito. “La caja más grande del país se la quedaron ellos”, refunfuñan bajito en el albertismo, celando de la agrupación juvenil, de quienes empiezan a ver movimientos cada vez más vigorosos. En ese marco, hay alerta roja por los pasos perdidos que da en el Congreso el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. Siempre astuto para moverse, ha tejido una gran alianza con Máximo Kirchner, son lo que muchos ven a ambos tirar del carro para llegar entonados a 2023. Antes, Massa supo ganarse la confianza de Alberto para tener un muy generoso reparto de cargos a nivel nacional. Hoy, también es mirado con recelo

//   El embajador de Israel asistió a la Casa Rosada y participó del Comité de Crisis
Ministra de Justicia de la Nacion, Marcela Losardo.

En ambos lados de la coalición de gobierno se sospechan. Con la reciente polémica por los presos liberados o amotinados pasó algo similar.  La intervención de Juan Martín Mena, hombre de confianza de Cristina Kirchner generó suspicacias, a tal punto que la ministra de Justicia, Marcela Losardo, de extrema confianza del Presidente, se vio impulsada a salir en los medios para hacer aclaraciones, aunque dicen que a veces conviene no aclarar porque oscurece, y extrañamente Mena estuvo ausente en la primera mesa de negociación que se abrió con los amotinados de Devoto. Y hay más para alimentar estas sospechas de entuerto interno. Más allá de las ocasionales fotos de Alberto Fernández con Axel Kicillof, hay cosas que no cierran. En el peronismo tradicional, que está más cercano a Olivos que al Senado de la Nación, creen que el manejo de la provincia está en manos de Cristina. Hasta figuras discursivas parecen tener su sello. En la última conferencia donde se extendió la cuarentena, más allá de los cambios de fases regionales, el tono y el tiempo usados por Axel, para muchos fue al menos llamativo, distante del usado por el propio Presidente. No es extraño entonces que un importante jefe comunal de la Tercera Sección Electoral le haya dicho a este caminante de los pasillos que“nosotros queremos jugar con Alberto. Axel no nos escucha, no abrió el Gobierno a los intendentes peronistas ni antes de asumir para cargos ni ahora para oír nuestras necesidades”.Similares palabras utilizan en una agrupación denominada Encuentro Peronista, donde militan ex caciques provinciales y algunos legisladores. “Somos peronistas de verdad”, enfatizan, como para marcar diferencias. Habrá que seguir mirando las fotos para saber cómo termina la película. Mientras tanto, seguiremos surcando caminos y escuchando detrás de las puertas. Fuentes bien informadas prometen más novedades para los próximos días de antorchas amigas.

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