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La angustia en los tiempos de pandemia. Una mirada posible

El Covid se presentó como un trauma psicológico, de ruptura de certezas, que deja a los padecientes en un estado de vulnerabilidad y desamparo

La angustia ha sido un concepto fundamental para las ciencias que se ocupan de la salud y de lo humano, sean con fundamentos biológicos o psicológicos.

Qué es la angustia

Desde los aportes del psicoanálisis tanto Freud como Lacan han desarrollado ampliamente este concepto y la noción de aspecto constitucional para el sujeto humano.

En ambos la angustia es tomada como el resultado de un Real irreductible, es decir un Real que aparece en la vida del sujeto y no permite una elaboración simbólica, ni establecer un enlace en el entramado de significantes que posee.

Freud describe en su libro Más allá del principio de placer a angustia señal: se puede decir que esta angustia es expectante, pues está en espera del peligro, como su nombre lo indica, surge como señal frente a este y llama a actuar a los mecanismos
psicológicos de defensa que permitan encadenar a la angustia a alguna representación.

La angustia señal muestra un vínculo con la expectativa, la espera de peligro, angustia ante algo que no se sabe, es por eso que Freud marca por definición la angustia sin objeto, adhiriéndole un carácter de indeterminación, pues, es eso que no hay.

La falta de certidumbre da lugar a la angustia

Lo que provoca la angustia, retomando las ideas de angustia señal de Freud, es lo que nos anuncia, es la posibilidad de la ausencia. Es eso que en otro tiempo era una seguridad, no cualquier seguridad, sino la seguridad de la presencia. Seguridad de certidumbre, base ficcional, pero absolutamente (y quizás absurdamente) necesaria.

Lacan nos presenta la angustia como el único afecto que no engaña, porque no entra en cadenas significantes sino que la angustia está dentro de lo real, esta carece de significantes, es decir que no hay red, no hay significantes encadenados, hay un vacío de significación.

El lugar en donde se posa la angustia es precisamente en ese límite entre lo Real imposible de simbolizar y las representaciones que pertenecen al plano de lo Imaginario y lo Simbólico.

La pandemia como un trauma

El Covid se presentó como un trauma, un daño a la cadena de significantes que sostenían al sujeto y a la sociedad.

Se presentó como un algo disruptivo que rompió aquello que nos sostenía a las personas tanto individual como socialmente.

La pandemia presenta las características del trauma psicológico, de ruptura de certezas, siendo esta ruptura algo que deja a los padecientes en un estado de vulnerabilidad y de desamparo.

El personal sanitario, de los más golpeados por la pandemia

El Estado, la Ciencia y todos los otros actores en la vida de los sujetos, que brindaban esa contención, mostraron también su imposibilidad de dar respuesta.

Será necesario crear redes de significantes que permitan elaborar este Real que entró en nuestras vidas.

Debemos poner nuestra mirada sobre el efecto socio-psicológico que nos ha provocado esta pandemia.

Palabra que pasó a estar en nuestro vocabulario cotidiano, empezamos a repetir de forma mecánica y autómata cuáles son los cuidados necesarios para la prevención en su mayoría acciones físicas, desde la higiene, a los comportamientos y conductas sociales.

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Pero hay un aspecto fundamental en todo esto que estamos viviendo, el efecto de lo no dicho, aquello que sustentaba y se encontraba implícito en cada una de nuestras acciones.

Este entramado no dicho en un discurso es la significación de ése discurso, que en su mayoría son significaciones sociales y compartidas por todo el entramado social.

Reacciones a la nueva realidad

Las instituciones sociales han cumplido una función de red de contención, ellas tienen un espacio y un rol en la sociedad.

La sociedad toda se tuvo que adaptar a una nueva realidad

Pero, ¿qué hacemos cuando lo Real nos mueve o nos corre esas significaciones? ¿Con qué herramientas respondemos cuando aquellas que creíamos seguras y certeras, nos son insuficientes?

Esta pandemia nos ha enfrentado a esas circunstancias, quizás muchas veces temidas, pero ahora además de temidas, reales.

Estamos en presencia de diferentes reacciones y acciones ante ése Real que rompió el entramado que sostenía la ficción de certezas. Por momentos nos encontramos con enojos, posturas intransigentes, y fundamentalmente negadoras de lo que requiere nuestro accionar. Las sociedades se dividen entre los que aceptan esta nueva realidad y quienes resisten. Esa resistencia también debe ser escuchada y atendida ¿Por qué se presenta como tan difícil los cuidados que se requieren? ¿Por qué se ha puesto en evidencia la falta de consideración por el otro? ¿Por qué ese otro se transforma o en un enemigo o en un ser traslúcido que no vemos?

Como un intento de respuesta a estos interrogantes podríamos plantear, (sin entrar en discusiones políticas, las cuales son innecesarias en éste momento) somos el producto de una sociedad de consumo: consumimos objetos, consumimos vínculos, consumimos sustancias, consumimos todo aquello que anule la angustia. Eso nos deja ante una imposibilidad de simbolizarla, es decir, obturamos la angustia para no enfrentarla. Y de ésa forma perdimos la posibilidad de darle un estatus que permita la creación de redes simbólicas que nos sostengan.

Desde los aspectos psicológicos han surgido mecanismos primarios, como la negación y la desestima, el descrédito de las voces que intentan dar respuestas, aún todavía fallidas. Este tipo de regresión a mecanismos infantiles también nos debe interpelar
como sociedad.

¿En qué hemos fallado o qué dejamos de valorar para que ante la irrupción de este Real, surgen en gran medida, acciones opuestas a las necesarias y egoístas?

Gran parte de la sociedad actúa de forma egocéntrica, evadiendo enfrentar los riesgos propios y la exposición de ése riesgo o daño potencial a sus propios círculos significativos.

Qué son las instituciones sin el entramado de significaciones sociales. Según Ignacio Lewcovitz, se transforman en galpones, es espacios físicos vaciados de sentido, de función, de rol.

Es hoy, es ahora el momento de repensar el trabajo que debemos realizar; desde un lugar diferente, con mecanismos y herramientas novedosas, y cargado de incertidumbre, pero con la convicción de que es posible.

Lic. Lucrecia Kablan
MP 1272 Pcia. Entre Ríos

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