La trágica muerte de Gerónimo Alberto “Wey” Zapata Bacur que sacudió este domingo a su San Juan natal, al mundo del motocross y al país en general continúa sumando emotivos condimentos.
Es que en esta oportunidad, dos días después del hecho fatal, se conoció que gracias a la donación de sus pulmones se logró mejorar la calidad y la expectativa de vida de un muchacho mendocino que hacía 13 años vivía respirando a través de una mochila de oxígeno.
Se trata de Ariel Zapata, quien es oriundo de Mendoza. Su primo Brayan aseguró que “la mano que él perdió es la mano que Dios nos dio”, en referencia a la amputación que había sufrido el piloto de motocross el pasado noviembre tras un accidente de autos.
Además, el chico aseguró que sabe que “la familia del Wey está muy mal”, pero como consuelo para ellos les dijo: “Con sus pulmones está haciendo feliz a la familia de mi primo, le da una posibilidad de seguir viviendo”.
La intensa vida del campeón
Gerónimo Alberto Zapata llegó a ser una de los grandes promesas del motociclismo argentino. A sus tan solo 23 años estaba en el auge de su carrera que parecía no tener techo: el sanjuanino se consagró en la modalidad de motocross. Pero una vida cargada de obstáculos vino a interferir con sus planes: cuando parecía estar superándolos, una tragedia haciendo lo que más amaba le apagó los sueños, y la vida.
“Wey”, como le decían, comenzó a competir desde edad temprana en motocross. El piloto corría desde sus inicios con un casco azul y amarillo, fiel a los colores de Boca Juniors, el club de sus amores. Pasión que lo llevó a conocer la mítica Bombonera en febrero último.
En aquella oportunidad declaró: “Me llena el corazón poder seguir haciendo esto y recibir tanta ayuda de la gente para poder correr y salir adelante, más allá de los obstáculos que se presenten. Y contar con el apoyo y el acompañamiento de Boca, que es el club que amo desde chico, también en una alegría inmensa. Hay que seguir”.
“Obstáculos”, así se refirió el joven a un hecho que le cambiaría para siempre la vida. Es que en noviembre último el corredor también había estado al borde de la muerte, en aquella ocasión con un desenlace milagroso: protagonizó un choque a bordo de un Chevrolet Astra en la ruta 40 en el cual perdió uno de sus brazos. Y sobrevivió. Y volvió.
La resiliencia del muchacho y el hambre de gloria hicieron que en marzo último regresara a competir. Sí, sin un brazo. Y lo que es más fascinante e increíble, se alzó con la victoria en su primera presentación.
El ejemplo de superación de Zapata comenzó a pisar fuerte en la opinión pública, lo que hace apenas una semana lo llevó a conocer a Daniel Scioli -quien, recordemos, también perdió un brazo en un accidente deportivo protagonizado con su lancha-, con el que intercambió experiencias de vida e historias de no claudicar ante la adversidad.
Lamentablemente, este domingo el deporte se vistió de luto: en un salto realizado durante el MX de Córdoba, el sanjuanino sufrió un percance que lo hizo caerse de su moto y fue arrollado por otro competidor. El impacto fue brutal y esta vez, tristemente, no se pudo recuperar y falleció en el hospital.
Sin dudas, la vida del resiliente Gerónimo Alberto Zapata marcará a fuego la historia del motociclismo argentino. A partir de hoy, se convierte en una leyenda.