En la ciudad de Esmirna, en Turquía, una gata entró en una veterinaria buscando ayuda profesional para sus gatitos. Llevó a sus tres crías, una por día, para que las trataran.
La felina se presentó por la mañana, apenas empezaron a admitir pacientes, y se puso a pedir ayuda “maullando sin parar”, dijeron los empleados a los medios locales la semana pasada.
No podían abrir los ojos porque los tenían infectas, pero uno por uno recibieron tratamiento, gracias al esfuerzo de la madre, y finalmente pudieron.