El Presidente Alberto Fernández intenta mejorar su imagen pero comienza a sentir la misma sensación que tuvo Mauricio Macri sobre el final de su mandato. Escraches y manifestaciones se suceden a medida que decide arribar a una localidad fuera de la protección de Casa Rosada o la Quinta de Olivos.
Primero fue en Pergamino donde un grupo de productores protestó y obligaron a bajarse del viaje que tenía previsto realizar para la inauguración de obras.
Alberto Fernández llegó a Salta para participar de los actos por el bicentenario de la muerte del general Martín Miguel de Güemes, pero su llegada estuvo nuevamente empañada por una protesta que incluyó un ruidoso cacerolazo empujado por sectores de Cambiemos.
El Presidente fue cayendo en su imágen de un casi 80% que tenía en el inicio de la pandemia a algo mas del 40% en este momento. La estrepitosa caída viene acompañada de la mala gestión de la economía en el marco de la pandemia y una inflación galopante que este año nuevamente estará por encima del 40%.
Se trata de una imagen muy distinta a la que Alberto tenía en el inicio de la pandemia, donde se mostraba cercano a la gente. En esta oportunidad estuvo con una fuerte contención de la policía que alejó a los manifestantes de la zona del acto.
La seguridad del presidente se reforzó luego del ataque que sufriera en Lago Puelo, Chubut. A esto se le sumó la cancelación del acto en Pergamino el martes, con una explicación poco clara de lo ocurrido y que todos atribuyen a la protesta de sectores del campo y Cambiemos que lo esperaban en la ruta en un “camionetazo”.
Este escrache en Salta fue tomado ya con mayor seriedad por el gobierno y por el Frente de Todos que temen que Alberto no pueda recorrer el país junto a los candidatos de su partido de cara a las elecciones.
Desde Cambiemos aseguran que no son los organizadores pero reconocen que su sector político participa de todas las manifestaciones porque “estamos acompañando a la gente”.