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El presidente electo de Argentina, Javier Milei, ha anunciado que el país se encuentra en camino hacia una situación de estanflación, una combinación de estancamiento económico e inflación, que históricamente ha sido considerada una anomalía desde la perspectiva de la economía clásica.
La estanflación, término acuñado por el ministro de Finanzas británico Ian MacLeod en 1965, se presenta cuando una economía experimenta simultáneamente una falta de crecimiento (estancamiento) y un aumento generalizado de los precios (inflación). Aunque en 1965 el término se utilizó para describir la situación económica del Reino Unido, ha sido adoptado globalmente para referirse a periodos de crisis económicas.
En Argentina, la estanflación no es un fenómeno nuevo. El primer año de estanflación evidente fue en 1976, durante el inicio de la dictadura de Jorge Rafael Videla, cuando el Producto Interno Bruto (PBI) cayó un 2% mientras la inflación superaba el 400%. Sin embargo, antecedentes como el “rodrigazo” en 1975 bajo la presidencia de María Estela Martínez de Perón ya mostraban signos de esta combinación de estancamiento e inflación.
A lo largo de las décadas, Argentina ha experimentado episodios recurrentes de estanflación, con cifras alarmantes en términos de inflación y contracción económica. El Plan Austral de 1985 intentó poner fin a esta tendencia, pero la inflación alcanzó el 385% y la economía registró una caída del 7%. A pesar de esfuerzos posteriores, la estanflación ha persistido en diferentes momentos, incluyendo 2002 con una caída del PBI del 10,9% y una inflación del 40,9%.
La última advertencia de Milei sobre la inminente estanflación plantea preocupaciones sobre la estabilidad económica del país y la capacidad del próximo gobierno para abordar este desafío. La estanflación, al ser una situación atípica, requiere medidas específicas y equilibradas para restablecer el crecimiento económico y controlar la inflación, lo que podría implicar desafíos significativos para las políticas económicas futuras de Argentina.