Con una ocupación cercana al 80% en el sistema sanitario público y el sistema privado totalmente colapsado, Horacio Rodríguez Larreta decidió priorizar la educación presencial a costa de que la circulación del virus aumente y aporte a un posible colapso total.
El sector de Cambiemos con el que mayor diálogo se puede tener ha cambiado de estrategia viendo en las proximidades las elecciones legislativas. El año pasado veíamos a Fernández, Kicillof y Larreta tomando decisiones en conjunto y hoy vemos una ruptura total.
Al principio del año, viendo un aumento abrupto de los casos, el gobierno nacional decidió suspender las clases presenciales. El jefe de gobierno de la ciudad se tomó el atrevimiento de judicializar la política, rompiendo la actitud conciliadora que vimos en 2020. Por un lado podemos ver las conexiones entre la Justicia y Cambiemos y por el otro una extraña preocupación por la educación.
Lo extraño es precisamente que es un sector muy maltratado por su gestión y que ahora sean los predicadores de los perjuicios que traería suspender las clases presenciales. CABA es el distrito más rico del país, al mismo tiempo es el que menos presupuesto asigna a la educación proporcionalmente de las 23 provincias. Desde la llegada de Mauricio Macri cada año se ha desfinanciado la educación. Antes de su llegada se asignaba un 27,8% del presupuesto a educación, hoy en día lo redujeron a un 17,2%.
Es paradójico que Cambiemos tome a la educación como bandera política. El mismo sector que en los 4 años de Macri tuvieron 54 paros, una ajuste del 35% (según un estudio de 7 universidades), otro dato perturbador es que los maestros perdieron un 44% de su salario real entre 2016 y 2017 y en 2018 tuvieron un aumento por razones electorales.
Larreta ve una oportunidad política para ser el centro de la polémica nacional en el momento más crítico de la pandemia. El escaparate mediático que le permite oponerse al gobierno nacional abanderando el pedido de las clases presenciales lo convierte en la figura de mayor relevancia de todo el partido, desplazándolo a Macri a una posición secundaria.
Detrás de la campaña política que representa esta coyuntura se encuentra un gran cinismo e hipocresía por parte del jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Esperemos que el sistema sanitario de CABA no colapse y no deje vidas sin salvar por no tener más camas de terapias intensivas.