El gobierno nacional enfrenta una importante crisis política que no comenzó con la foto de Olivos sino que viene arrastrando desde el segundo semestre del año pasado. Es que la imagen del presidente venía de estar en un 80% en el inicio de la pandemia a un 40% antes de que se conociera la foto del cumpleaños de la esposa de Alberto Fernández.
El problema es que los oficialistas no pudieron salir a despegarse de esa foto y ahora los arrastra a todos al mismo barro. Si bien es cierto que el planteo de juicio político es descabellado y solo algunos pocos pueden imaginar algo así, no es falso que el escándalo caló hondo en la población e hizo tambalear al gobierno y si los oficialistas intentaban despegarse del escándalo podría haber sido terminal para la gestión nacional.
Tan fuerte fue el cimbronazo que luego del escándalo el Presidente convocó por primera vez en el año a una reunión de todo el gabinete, algo que parece insólito ya que se supone que el gabinete debe trabajar todo el tiempo de manera coordinada y para ello las reuniones son imprescindibles. Más allá de eso, el gobierno mostró que el golpe se sintió fuerte y hasta el propio Fernández tuvo que salir a decir que no lo harán caer por un error cometido.
Claramente, algunos señalan a la situación como algo más que un error, y tienen toda la razón en hacerlo. Es que un error es poner mal una fecha pero no es un error usar los privilegios que te da el poder. Eso no es un error es simplemente entender que el cargo te posiciona en un lugar donde dar explicaciones o sufrir consecuencias no está dentro de los planes.
Otros dicen, todos nos juntamos pero sabemos que las juntadas se hacen “sin foto” porque las fotos o videos siempre se filtran y depende de cuán expuesto estás es el golpe que podés recibir. Pero esto no justifica lo ocurrido, fundamentalmente porque estamos hablando del hombre que decidió que exista la cuarentena (sin hablar si la decisión es correcta o no).
Luego del golpe, el Frente de Todos, con el gobierno a la cabeza, intenta retomar la agenda política y posicionarse cuanto antes para enfilar el barco hacia las elecciones sin perder el objetivo que es evitar la fuga de votos que se genera por la foto o por la caída de la imagen del principal referente.
La pegunta que debemos hacernos es pensando en el futuro, no tan lejano, de lo que pueda ocurrir con el gabinete y el Frente de Todos si ocurre lo peor: la derrota electoral en las PASO y las generales.
Las elecciones perdidas obligan a las autoridades a tomar decisiones y Cristina ya sabe de que se trata. Luego de la derrota en las legislativas intentó pegar un giro de timón que igual luego no alcanzó y el justicialismo le entregó el poder a Cambiemos, más por errores propios que por méritos de la oposición.
Hoy la situación no es muy distinta, el oficialismo cae en picada pero delante suyo no hay candidatos que puedan capitalizar esa caída, solo lo capitaliza el partido Juntos por el Cambio. “Si no voto al oficialismo voto a Cambiemos”, pareciera ser el discurso de los votantes que se escapan por la cañería que dejó abierta la foto de Olivos pero no hay una identificación clara entre los propios sectores que componen Cambiemos. No hay gente diciendo no voto al oficialismo voto a Larreta, o Vidal, o Macri, o Bullrich, o quien sea. No hay personalización.
Finalmente vale decir que el gobierno entendió que ocultar situaciones conflictivas es el peor error. La foto ayudó al equipo de Alberto Fernández a entender que ante situaciones complejas conviene salir primero a enfrentar la tormenta y no esperar que esta te golpee de costado. Por eso mostraron el video, con el objetivo de que no sean los opositores los que lo divulguen a días de las elecciones.
Lo que no queda claro, por lo menos por ahora, es si el gobierno además de entender cómo hay que manejarse en la política en estos tiempos, es capaz de retomar el control y ponerse al frente de la agenda política e institucional. Habrá que esperar unos días para ver que tan hábil es el presidente, y su gabinete, en este sentido.