La líder de la Coalición Civica ya tiene un modus operandi, que por ahora le funciona bastante bien, y que responde a sus intereses políticos personales y de algunos de sus más cercanos. En los años en los que no hay elecciones o luego de que posicionó a los suyos es crítica al kirchnerismo, pero cuando se trata de años (o meses) en los que se disputan los posicionamientos en las listas legislativas dispara contra sus aliados políticos.
Lo que consigue es claro, silencio a cambio de cargos y posiocionamientos dentro de las listas que se arman para las siguientes elecciones. Y ahora Carrió además no disputa sola ese privilegio, sobre todo con la posibilidad de que ingrese Milei a la alianza opositora.
Macri y Milei viven en este momento un especie de romance. A uno le sirve el posicionamiento de ultraderecha liberal que asegura un porcentaje de votos y a este no le alcanza yendo solo. Es una especie de amor por conveniencia, pero amor al fin.
La que queda afuera de este romance es la tercera en discordia. Elisa Carrió está viendo que el espacio que ocupaba hasta hace poco tiempo como la tercera entre radicales y PRO se está quedando sin ingresar a las discusiones finas del frente.
Es por eso que ante esta situación actúa como una serpiente, ataca porque se siente amenazadas. La amenaza que está sintiendo es del sector de Milei, al que ya atacó pero sin ningún resultado. Es que los seguidores de Milei no están dispuestos a renunciar a su líder solo por algunas acusaciones, los moviliza algo más profundo y esto Carrió lo entendió rápidamente.
Es por eso que decidió apuntar los cañones un poco más al centro del partido y fue por referentes claves dentro de Juntos por el Cambio. Allí sí que se pudo sentir el golpe y rápidamente se realizó una reunión para intentar calmar las aguas y asegurarle a Carrió que sigue estando dentro de la coalición.
Carrió recibió el mensaje y volvió al silencio, por ahora.