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Ya lo habían asaltado y golpeado duramente en su casa. Ya había efectuado varios disparos para poner en fuga a los ladrones. Jorge Adolfo Ríos, el jubilado de 71 años que quedó imputado de homicidio agravado, salió de la casa persiguiendo a los delincuentes, aunque sólo alcanzó a Franco Moreyra, de 26, que había recibido dos impactos: uno en el pecho y el otro le había fracturado una pierna, por lo que cayó herido en la esquina, a unos 60 metros de la vivienda del robo, en Ayolas al 2.700, en Quilmes. Y lo mató con un tercer tiro.
En el video de la cámara de seguridad, se ve cuando los ladrones salen corriendo, uno a uno, al escuchar disparos, hasta que Moreyra salta desde adentro de la propiedad. En la esquina cae, con una fractura doble en una de sus piernas, y ahí comienza el tramo más dramático.
Quince segundos después aparece Ríos. Camina con su pistola Bersa Thunder 9 milímetros hacia donde cayó herido Moreyra. Ambos se pierden de vista en las cámaras, hasta que se ve la escena final. Primero lo patea y después le dispara.
Según el fiscal Ariel Rivas (UFI N° 1 de Quilmes), Moreyra se encontraba “en estado de indefensión” cuando el jubilado, que estaba conmocionado, además de tener lesiones en el rostro y los brazos que le habían provocado los ladrones, le dispara en el pecho, al lado de un Fiat Uno en el que, según su defensa, iban los cómplices. Pero para la acusación, en el auto no iban los ladrones, sino un vecino que justo pasaba por allí. Y cabe aclarar que esta persona, además, se presentó a declarar en la policía y contó lo que vio.
El juez de Garantías N° 2 de Quilmes, Martín Nolfi, le otorgó el arresto domiciliario por la edad y porque es paciente de riesgo.
Hoy la policía detuvo a uno de los cómplices del delincuente muerto. Tiene antecedentes por delitos contra la propiedad.
El debate será, de ahora en más, si el jubilado, que esa noche había sido víctima de dos robos y que, en la tercera oportunidad lo golpearon, se defendió legítimamente o, como dice la acusación, es un homicidio agravado por el hecho de seguir al ladrón herido y disparar cuando estaba en el piso indefenso.