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Importante acuerdo de cooperación entre la OEA y ALAMI para la atención de emergencias sanitarias

Tanto a nivel global y en la región no hemos dejado atrás la pandemia del COVID-19, que nos ha dejado claro que los problemas de salud complejos requieren la unión de esfuerzos entre diversos actores para logar tener un impacto mayor en el bienestar y las vidas de nuestros ciudadanos

La región de las Américas actualmente registra más del 30 por ciento de los casos mundiales de COVID-19 y el 44 por ciento de las muertes por esta enfermedad.

Dos países americanos se encuentran entre los diez países del mundo que notificaron el mayor número de casos acumulados y cuatro países se encuentran entre los diez países del mundo con el mayor número de muertes acumuladas.

Estas cifras muestran que la región aún se encuentra en medio de una crisis sanitaria sin precedentes cuyos costos humanos y económicos, 2 siguen en aumento día a día y una situación aún incierta acerca de la superación de la crisis.

La Organización Panamericana de la Salud ha advertido acerca de los impactos a largo plazo de la condición post COVID-19 que puede afectar a muchos y que requerirá que los países se encuentren suficientemente preparados para enfrentarlos.

La pandemia y sus prolongados efectos ha agravado las debilidades históricas y carencias de recursos para manejar la propagación del virus y proteger a los ciudadanos en diversos ámbitos de políticas de salud, políticas sociales y económicas, sacando a flote las inequidades de los sistemas de salud, las desigualdades estructurales y la fragmentación de los sistemas de protección social.

Esta emergencia ha golpeado mucho más a los pobres y más vulnerables, quienes sufren la mayor parte de los costos de la pandemia: las mujeres, los trabajadores no asalariados, los migrantes y refugiados, los indígenas, los afrodescendientes, las personas con discapacidad, las personas LGBTI, niñas, niños, jóvenes y adultos mayores, entre otros.

Y esto se traduce en enormes brechas en el acceso a los derechos económicos, sociales, culturales y políticos de nuestros pueblos.

Aunque hay buenas noticias en cuanto a que la disponibilidad de vacunas ha mejorado de manera notable, aún existen algunas reticencias por parte de la población lo que podría limitar su potencial.

Toda esta confluencia de desafíos ha afectado y sigue afectando la capacidad de los gobiernos para responder de manera efectiva y mantener los servicios básicos y esenciales durante la pandemia pues según reporta la OPS en algunos países de la región se siguen experimentando interrupciones persistentes de distinta intensidad en la prestación de servicios esenciales de salud.

Desde la OEA entendemos que la salud no es un privilegio, sino un derecho humano fundamental, que incluye el acceso oportuno, aceptable y asequible a servicios de atención de salud de calidad suficiente para todas las personas sin distinción, y como un bien público y de responsabilidad de los Estados.

En ese sentido todos jugamos un papel fundamental en la concreción progresiva del derecho a la salud y de seguir luchando por la equidad en la salud para todos nuestros ciudadanos coadyuvando a los esfuerzos que se impulsan desde la OPS y los Ministerios de Salud de la región.

Compartimos esta visión con la Asociación Latinoamericana de los Sistemas Privados de Salud (ALAMI), con la que hoy suscribimos este acuerdo, que nos permitirá contar con un marco de cooperación para poder impulsar acciones conjuntas teniendo como meta mejorar la salud de todos los ciudadanos de las Américas y para coordinar iniciativas que abonen en el mejoramiento y acceso efectivo de toda la población a servicios de salud de calidad.

La cooperación multisectorial y las alianzas estratégicas con actores como ALAMI y sus países Miembros son claves para ofrecer respuestas eficaces y acciones coordinadas, en apoyo a los gobiernos para atender las emergencias sanitarias y las necesidades diferenciadas de los grupos poblacionales más vulnerables.

Confiamos que las acciones que se impulsen a partir de este acuerdo tendrán una repercusión positiva en la salud de nuestros ciudadanos, tomando de base las oportunidades y lecciones que nos deja la pandemia para impulsar los cambios necesarios hacia sistemas de salud más sostenibles y resilientes y una acción coordinada entre todos los sectores.

Trabajaremos junto a ALAMI y su liderazgo para priorizar iniciativas transformadoras teniendo como meta la equidad en nuestras acciones colocando a las personas como punto central apoyando a los Estados Miembros en nuestro cometido común de mejorar la salud y el bienestar de todos los pueblos de las Américas.

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