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domingo, abril 28, 2024
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La humanidad y su fascinación por la guerra

Desde los orígenes del hombre como especie Freud sostiene que lo que ha llevado a zanjar diferentes conflictos fue la utilización de la violencia

En 1932 el mundo se veía convulsionado por las consecuencias y la crueldad de lo que se llamaba la Gran Guerra (la Primera Guerra Mundial) y las grandes potencias se reunieron y conformaron la denominada Liga de las Naciones quien eligió a los grandes científicos de la época para que realizaran el análisis y la evaluación para evitar nuevas batallas sangrientas. El director de ese comité de científicos fue Albert Einstein, quien se comunicó personalmente con cada científico. De las cartas de Einstein surgió una muy particular con Sigmund Freud, que se publicó bajo el nombre de “¿Por qué de la guerra?“.

Einstein pide ayuda a Freud para buscar entre los grandes pensadores de la época una solución y un método de prevención ante el flagelo de la guerra.

Einstein plantea: “¿Cómo es posible que esta pequeña camarilla someta al servicio de sus ambiciones la voluntad de la mayoría, para la cual el estado de guerra representa pérdidas y sufrimientos? (…) ¿Es posible controlar la evolución mental del hombre como para ponerlo a salvo de esas ‘psicosis’ promotoras de odio y destructividad?“.

Sigmund Freud, médico neurólogo austriaco, padre del psicoanálisis y una de las mayores figuras intelectuales del siglo xx​

Freud responde: “¿Qué puede hacerse para evitar a los hombres el amargo destino de la guerra y protegerlos de sus estragos? Y sostiene que la búsqueda de ese planteo debe hacerse por amor a la Humanidad“.

Haciendo un recorrido histórico desde los orígenes del hombre como especie Freud sostiene que lo que ha llevado a zanjar diferentes conflictos fue, como lo es en el reino animal la utilización de la violencia. Y continúa desarrollando que la evolución de la sociedad llevó a la utilización de otros recursos como han sido la concentración del poder y la premisa de la violencia se trasladó a la uso de los denominados derechos.

“Vemos pues, que el derecho no es sino el poder de una comunidad. Pero no se olvide que todavía sigue siendo una violencia dispuesta a ejercerse y preparada para dirigirse contra cualquier individuo que se le oponga; trabaja con los mismos medios, persigue los mismos fines”, señaló el intelectual.

Imagen de la Primera Guerra Mundial

Entre los amos o dominadores tratarán de eludir las restricciones de vigencia general, para ponerse por encima de las limitaciones vigentes, y regresar del imperio del derecho y de la ley común al de la violencia y de la ley del más fuerte; por otro lado, los oprimidos tenderán y se empeñarán constantemente en procurarse más poder y querrán ver reconocido ese fortalecimiento.

Pero Freud se opone a la guerra y lo justifica del siguiente modo “porque todo hombre tiene derecho a la vida, a su propia vida; porque la guerra destruye vidas humanas prometedoras y llenas de esperanzas; porque coloca al individuo en situaciones que hieren su dignidad y son denigrantes; porque lo obliga a matar a otros, cosa que él no quiere; porque destruye preciosos valores materiales, productos del trabajo humano, y tantas cosas más”.

Cerrando su carta propone como única solución posible la renuncia consciente a las pulsiones primitivas de la destrucción, a la cual se puede llegar a partir de la educación y de darle gran valor al intelecto al servicio de la humanidad en su conjunto y no en la fragmentación de intereses.

Concluye con una ilusoria e ingenua propuesta viéndola desde nuestra actualidad “¿Cuánto tiempo tendremos que esperar hasta que los otros también se vuelvan pacifistas? Sin duda no es posible decirlo, pero quizá finalmente no sea una esperanza utópica que la influencia de esos dos factores –el de la actitud cultural y el de la justificada angustia ante los efectos de una guerra futura-, haya de poner fin a las guerras en una época no lejana y antes de que la humanidad desaparezca de la Tierra”.

Civiles escapando de Kabul, luego de que la capital afgana sea dominada por los talibanes

Y hoy en día nos encontramos nuevamente en el mismo lugar y ante la misma discusión, pero con muchas más víctimas y muchos más daños ocasionados. La guerra nos va diezmando como seres humanos, vamos perdiendo nuestra capacidad de asombro y de sentir horror. Vemos niños que son arrojados por sus padres por encima de murallas, porque sienten que ése desprendimiento es menos doloroso que el futuro que le espera en su propia tierra.

La humanidad no logra frenarse a si misma en su pulsión de muerte y autodestrucción, estamos aún ante los mismos enigmas y cuestionamientos que Einstein y Freud se plantearon en 1932.

La Belleza de Luis Eduardo Aute (fragmento)

Enemigo de la guerra y su reverso, la medalla
No propuse otra batalla que librar al corazón
De ponerse cuerpo a tierra
Bajo el paso de una historia
Que iba a alzar hasta la gloria
El poder de la razón
…Reivindico el espejismo
De intentar ser uno mismo
Ese viaje hacia la nada
Que consiste en la certeza
De encontrar en tu mirada la belleza

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