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domingo, abril 28, 2024
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Los hartos y los indignados

Los argentinos estamos hartos de estar hartos. Detrás de cada queja o reclamo, hay un ser humano que sufre. Y hay distintas formas de actuar

El 15 de mayo de 2011 en España ocurrió un hecho que pretendió modificar la realidad social, los denominados los indignados” realizaron grandes movilizaciones y concentraciones de personas que se auto convocaban bajo un mismo clamor, decir Basta a la política, basta a la desigualdad. Dicho movimiento toma el nombre del escrito de Stéphane Hessel, ¡Indignaos! (Indignez-vous!). Esta proclama que escribe el diplomático y escritor francés a sus 93 años tuvo gran repercusión en el momento de publicarse y dio un espacio de recuperar el reclamo pacifico de los derechos humanos y combatir todo acto de desigualdad de forma no violenta.

Los silenciados sociales comenzaron a gritar, se cansaron, dijeron estar hartos de la desigualdad, el grito comenzó a ser vox populi y la necesidad de mayor representatividad fue ganando espacio, de esos movimientos de resistencia sin líderes surgen representantes en el Congreso o en distintos organismos gubernamentales a los cuales los reclamos iban dirigidos.

Los indignados y los hartos se parecen, los argentinos estamos hartos y nos parecemos a los indignados españoles.

En los últimos tiempos los hartos han alzado y siguen alzando su voz, cada vez más fuerte, cada más hartos y cada vez más personas hartas.

Personas hartas del desamparo, hartas de ser violadas o violentadas, hartas de ser robadas, hartas de ser menospreciadas, hartas de ser burladas, hartas de tener sueldos miserables, hartas de no tener ni siquiera un sueldo miserable, hartas de tener que callar para conservar el trabajo, hartas de ver que el mas incapaz se acomoda más rápido, hartas de ser moneda de intercambio para las clases políticas, hartas que los medios de comunicación nos impongan que pensar, hartas de no atreverse a proyectar para no tener que soportar la desilusión de no lograrlo, personas hartas de no poder darle un futuro mejor a sus hijos, hartas de no tener una medicación necesaria, hartas de tener que suplicar por atención, hartas de un pasados que vuelve una y otra vez. Estamos hartos de estar hartos.

Stéphane Hessel, el autor de ‘Indignaos’

En este punto me parece importante tomar distancia y realizar un análisis de la situación, si sólo nos seguimos mirando entre nosotros corremos el riesgo de quedar encerrados en un laberinto de espejos, donde solo veremos nuestro reflejo y donde la salida comienza a ser un imposible, la opción terminaría siendo como en el destino de Narciso quien por no poder dejar de mirarse a sí mismo falleció en su auto contemplación.

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Otro riesgo es que delante de los “hartos” alguien empiece a gritar lo mismo que ya se dice pero de manera más fuerte y terminemos creyendo que eso significa un representante, y varios se encolumnen detrás de ese pseudo representante, alguien que solo repite lo que los reclamos dicen no es un representante, es sólo un eco, definido como un fenómeno acústico
en que se produce la repetición de un sonido al chocar las ondas sonoras contra un obstáculo y reflejarse hasta llegar al lugar donde se ha emitido. Y esa opción también nos deja atrapados en un sinsentido de sólo repetición.

Tenemos que buscar la superación a estos laberintos narcisísticos, dar un paso más y la manera de avanzar hacia ese lugar es que alguien empiece a escuchar y que todos tengamos un momento para escuchar al otro, porque detrás de toda queja, detrás de toda manifestación de hartazgo esta lo más importante, un ser humano que sufre, debemos ser capaces de poner el cuerpo para que el que sufre descanse, con sólo escuchar el sufrimiento el otro encuentra alojo y amparo, y después será ese quien se quede en silencio siendo fuente de escucha de un nuevo otro. Ese encadenamiento de nuevos vínculos nos va a dar lo más valiosos que alguien nos puede brindar, una enseñanza, un aprendizaje, y como consecuencia directa de ello una nueva herramienta que nos modifique y que nos ayude a modificar nuestras realidades, las acciones reales, las que producen un cambio real surgen de algo tan simple como hacer silencio y escuchar el sufrimiento del otro.

Es la verdadera salida de los laberintos narcisisticos, creados para beneficio de unos pocos y el padecimiento de muchos. Los actos de escucha y contemplación del otro derriban los muros de los laberintos, sólo tenemos que dar ese paso, no es fácil decidir quien comienza, pero es necesario.

Mi escucha comienza en este momento, a partir de ahora no sólo ofrezco mi corazón como dice el gran Fito Páez, sino mi silencio y mi escucha.

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