InicioSociedadMitos de la historia de la fundación de Roma

Mitos de la historia de la fundación de Roma

Los escritores romanos crearon una versión mítica del nacimiento de Roma que, bajo capas de leyenda, tiene partes de verdad. Analizamos cuánto hay de histórico en los mitos fundacionales de la Ciudad Eterna de Italia

En la Antigüedad era frecuente que las ciudades se dieran un origen mítico, y Roma no es la excepción. Las leyendas sobre la fundación de la ciudad hablan de héroes, dioses y guerras, y están plagadas de eventos claramente fantásticos. Sin embargo, como también suele suceder con las leyendas, hay un poso de verdad o cuanto menos de recuerdo en ellas.

Buscar esa verdad en los orígenes de Roma es complicado porque solo disponemos de pruebas arqueológicas y, hasta cierto punto, de los registros históricos. Los primeros autores romanos que escribieron sobre los orígenes de la Urbe lo hicieron siglos después de su fundación y a menudo no se molestaron en separar la verdad del mito. Además, el saqueo por parte de los galos en el año 387 a.C. destruyó cualquier registro escrito sobre los primeros siglos de historia de la ciudad. Aun así, uniendo las piezas que quedan de este rompecabezas desaparecido, se pueden encontrar retazos de verdad en los mitos fundacionales de la ciudad que dominó el mundo.

Eneas y los orígenes del Pueblo Romano

Según la versión mítica, la historia de Roma habría comenzado cuatro siglos y medio antes de la fundación, cuando el príncipe troyano Eneas llegó a las “costas lavinias” del Lacio en busca de un nuevo hogar. Su epopeya se narra en la Eneida, la obra maestra escrita por Virgilio por encargo del emperador Augusto, pero esta obra tenía una finalidad política: glorificar el origen de Roma atribuyéndole un fundador mítico y semidivino. Para ello Virgilio se basó en un poema del ciclo troyano llamado Iliupersis (“el saqueo de Ilión”), que narraba el famoso episodio del caballo de madera ideado por el ingenioso Odiseo para infiltrarse en la ciudad y la destrucción de esta a manos de los aqueos.

Aunque escasos, hay retazos de veracidad en esta historia: los primeros romanos, antes de la fundación de la ciudad, eran comunidades de pastores que vivían en las colinas y que estaban formadas, en buena parte, por fugitivos o exiliados de otras tribus. Algunos de estos eran de origen etrusco, un pueblo que, por sus costumbres tan diferentes de sus vecinos, algunos historiadores romanos consideraban de origen extranjero; y uno de los posibles orígenes que barajaban era, precisamente, Anatolia. Hoy sabemos, sin embargo, que la civilización etrusca era autóctona; y de todos modos, aquellos exiliados que se establecieron en las colinas de Roma con toda seguridad no eran príncipes.

También te puede interesar
La historia del Ajedréz, un juego milenario

Rómulo y Remo, los fundadores de Roma

El segundo gran episodio mítico de Roma es la fundación de la ciudad en sí, narrada en la leyenda de los gemelos Rómulo y Remo. La historia empieza en Alba Longa, la ciudad fundada por el hijo de Eneas, Ascanio: para hacerse con el trono, el tirano Amulio derroca a su hermano el rey Numitor y mata a los hijos de este; a continuación obliga a Rea Silvia, única hija de Numitor, a convertirse en una virgen vestal – a las que estaba prohibido tener relaciones sexuales – para impedir que tenga hijos que puedan recuperar el trono de su abuelo.

Pero Rea Silvia queda embarazada del dios Marte y da a luz a dos gemelos, Rómulo y Remo, que Amulio ordena asesinar. El hombre encargado de matarlos finalmente se apiada de ellos y los abandona en una cesta en el río Tíber: los gemelos son rescatados por la loba Luperca, que los amamanta, y posteriormente por el pastor Fáustulo, que los cría. Cuando crecen y descubren su identidad, matan a Amulio y devuelven el trono a su abuelo Numitor.

La historia de Rómulo y Remo es mencionada, con diversas diferencias, por casi todos los historiadores romanos que escribieron sobre los orígenes de la ciudad, siendo un ejemplo de mito popular. Los clasicistas modernos consideran que la historia, más allá de los elementos claramente míticos como la intervención del dios Marte, es relevante no porque sea cierta sino por su significado “entre líneas”. Como en el caso de Eneas, Rómulo y Remo son unos fugitivos y son criados por un pastor, como eran los primeros romanos y como sucede en tantos mitos de héroes y príncipes criados por pastores.

Mary Beard, una de las clasicistas más relevantes de la actualidad, considera especialmente significativo el personaje de la loba Luperca en la leyenda. “Aunque no la consideremos historia como tal, no quiere decir que no revele mucho sobre cómo los romanos se veían a sí mismos […]. ¿Por qué una loba? La historia no habría sido la misma con una vaca o con una oveja. El hecho de que fueran rescatados por una feroz depredadora revelaba el destino de los gemelos”, explica la historiadora en su serie Roma, un imperio sin límites. En otras palabras: el mensaje subyaciente en este mito era que el fundador de Roma había sido engendrado por el dios de la guerra y que, como la loba que lo había criado, estaba destinado por naturaleza a devorar a otros.

La fundación de la urbe

La segunda parte de la historia de los gemelos revela también el pensamiento de los romanos, en este caso acerca de sus leyes y principios. Tras devolver el trono a su abuelo, Rómulo y Remo se disponen a fundar una nueva ciudad entre las tradicionales siete colinas. Rómulo quería fundarla en el Palatino, mientras que Remo en el Aventino; lo solucionaron decidiendo que el que viera más aves tendría el derecho de fundación: Rómulo vio el doble que su hermano, por lo que fue designado como fundador y primer gobernante de la nueva ciudad.

//   La Justicia suspendió el aumento del subte previsto para este viernes

A continuación trazó el pomerium, el límite sacro de la urbe, y decretó que nadie podría entrar armado en él. Remo, desafiando a su hermano, lo traspasó; según algunas versiones de la leyenda Rómulo lo asesinó como castigo, mientras que otras versiones dicen que hubo una pelea entre ambos y Remo murió a causa de las heridas.

En cualquiera de las versiones, esta segunda parte del mito revela de nuevo una característica del pensamiento romano: su férrea obediencia de las leyes, que por rígidas y crueles que fueran debían cumplirse en cualquier circunstancia, incluso por encima de los lazos familiares. El pasaje de la observación de las aves también revela la influencia de la cultura etrusca, en la cual la adivinación jugaba un papel muy importante.

Al margen de la leyenda, la arqueología nos habla no de una fundación que tiene lugar mediante un episodio concreto, sino de una ocupación progresiva. Los primeros núcleos de población se situaban en las colinas: según los indicios, el Palatino parece haber sido el primero en ser habitado, como en el mito. Estos núcleos se habrían unido – no físicamente, pero sí en un único gobierno – a lo largo del siglo VIII a.C., en el que se sitúa la fecha tradicional de la fundación de Roma, el año 753 a.C. según el autor romano Marco Terencio Varrón.

El rapto de las sabinas

Poco después de la fundación mítica de la ciudad se sitúa otro mito importante, el rapto de las sabinas. Según la leyenda, Rómulo invitó a una tribu vecina, los sabinos, a un banquete, durante el cual los romanos secuestraron a las mujeres sabinas. Cuando los hombres quisieron ir a la guerra para recuperarlas, las mujeres se interpusieron y lograron la paz entre ambos pueblos.

Existen razones para pensar que, de todos los mitos sobre la fundación de Roma, este es posiblemente uno de los que tenga más poso histórico. Aunque es imposible saber si existió un secuestro masivo de mujeres, el matrimonio entre tribus vecinas era una práctica diplomática habitual para mantener la paz y, si Roma era en sus inicios una sociedad de exiliados, habrían necesitado tales alianzas para sobrevivir y para encontrar esposas.

Resulta relevante además que, según el mito, el rey sabino Tito Tacio fue invitado por Rómulo a compartir el trono con él, situando a los sabinos en pie de igualdad con los romanos desde los orígenes de la misma ciudad. A pesar de oponerse a Roma en varias ocasiones durante las guerras por el control de la península, de entre los antiguos pueblos itálicos los sabinos eran aquellos que los romanos veían más como iguales.

Los siete reyes de Roma

El último de los mitos fundacionales en los que se puede desgranar algo de historia, y seguramente el que más verdad contiene, es la monarquía romana. Según la leyenda, Roma fue gobernada durante casi dos siglos y medio por siete reyes; ocho en realidad, si contamos que Rómulo habría compartido el trono con el rey sabino Tito Tacio. Los que les siguieron habrían sido Numa Pompilio, Tulo Hostilio, Anco Marcio, Tarquinio Prisco, Servio Tulio y Lucio Tarquinio “el Soberbio”.

La existencia de dichos reyes, sobre todo hasta Anco Marcio, es más que discutida. No solo porque según la cronología les correspondería, de media, un periodo de entre veinte y cuarenta años de reinado a cada uno – algo realmente excepcional considerando la esperanza de vida de aquel tiempo y lugar –; también porque, convenientemente, cada uno parece encarnar una etapa de la transformación de la ciudad.

Pero sí hay dos verdades importantes en el mito. La primera son los orígenes diversos de la ciudad: los primeros reyes eran supuestamente latinos o latino-sabinos, mientras que los tres últimos eran etruscos. La cultura original de Roma es, de hecho, una gran herencia mixta de tradiciones latinas, etruscas y sabinas, sobre todo en lo que respecta a la religión: el panteón romano primitivo estaba formado por divinidades de distintos orígenes. El factor etrusco parece haber sido predominante, como se deduce de algunas prácticas como la adivinación observando el vuelo de las aves, practicada por los sacerdotes augures.

La última verdad dentro del mito es el sometimiento inicial de Roma al poder etrusco y su emancipación, relatada en el derrocamiento del último rey etrusco, Tarquinio el Soberbio. Los etruscos, aunque no eran propiamente un estado sino más bien una federación de ciudades, eran los vecinos más poderosos de los romanos y una de las principales potencias de la Italia prerromana. Pero en el siglo V a.C. empezó un declive que coincide con el ascenso de Roma a potencia regional; poco antes de esto, en el 509 a.C. según la cronología de Varrón, Tarquinio el Soberbio fue expulsado de Roma, dando origen al periodo republicano.

Como en tantos otros mitos fundacionales, para los romanos lo importante no era tanto la verdad de estas historias como lo que transmitían: la idea de sí mismos como un pueblo que, a pesar de sus humildes orígenes, había hecho frente al destino una y otra vez hasta convertirse en amos del mundo.//NatGeo

Te puede interesar

Más noticias