La violencia vicaria o “por sustitución” es un tipo de violencia contra las mujeres en la que el agresor utiliza a los hijos e hijas como instrumento para hacer daño a la madre o la ex pareja.
La psicóloga clínica Sonia Vaccaro, fue quien acuñó el término, que fue incluído en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género.
La definición de vicario se le aplica a la persona que ejerce las funciones de otra, en todo o en parte por delegación y nunca con carácter propio; la sustituye por tiempo indefinido o determinado. De forma más sencilla se puede decir que un vicario es aquel que toma el lugar de otro, el suplente, el sustituto.
La sustitución o la vicaría en los casos de violencia de género es cumplida en la mayoría de los casos por los hijos de la persona violentada.
En la actualidad en el mundo se encuentra conmocionado por el caso ocurrido en España, donde un padre asesina a sus dos hijas como forma de ejercer la más extrema e inhumana violencia hacia la madre de sus hijas.
En nuestra extensa historia de casos de violencia de género se encuentra el caso de Tomás Santillán, que desapareció en Junín del 15 de noviembre de 2011, luego de haber salido del colegio y de haber caminado rumbo a su casa, en donde lo estaba esperando su mamá. Y su cuerpo fue encontrado dos días después con múltiples golpes, el responsable de este aberrante crimen fue su padrastro, quien en “represalia” hacia la decisión de la madre de Tomás de finalizar la relación decide lastimarla donde más le dolería.
Entender que la violencia de género incluye mucho más que los golpes y/o el maltrato hacia la mujer por su condición de tal, sino que existen también estas formas de violencia por sustitución que no necesariamente son en los casos de este tipo de desenlace trágico. También esta violencia vicaria o por sustitución es ejercida en las acciones de maltrato cotidiano sobre los hijos de la mujer, a veces ese maltrato es físico y muchas otras veces es psicológico, con críticas y humillaciones constantes hacia el hijo/a de la víctima; quien comienza a sufrir un dolor mayor al ya recibido por el violento.
Al identificar éste tipo de violencia, es fundamental tomar acciones de ejecución inmediata, quizás al principio son pequeños indicadores los que se perciben, pero las acciones deben ser radicales y concretas. Acudir a la justicia para evitar el contacto o que ese contacto este regulado por un tercero para evitar situaciones de mayor gravedad o daño, sobre ambas víctimas, tanto la madre, como el hijo/a que lo/la sustituye ante el accionar del violento.