Kursat Yildirim, un habitante de Dortmund, Alemania, de 41 años, se convirtió en noticia el año pasado cuando ganó 10 millones de euros en la lotería y afirmó públicamente que no era feliz porque no tenía una novia con quien compartir semejante premio. Ahora, nuevamente ha captado la atención al ganar otro premio y donarlo a caridad, aunque no se ha dado a conocer a quién.
Tan solo seis meses después de ganar la gran suma de dinero, la suerte volvió a sonreírle a Yildirim, quien esta vez ganó un premio de 2.684,90 euros al acertar cinco números en un sorteo.
Después de convertirse en millonario por segunda vez, Yildirim decidió hacer una buena acción y donar el premio, aunque no se sabe a qué organización.
En septiembre del año pasado, Yildirim ganó la lotería y sus 9.927.511 euros atrajeron la atención de todos los medios. En una entrevista con el diario alemán Bild, pidió públicamente encontrar una novia: “Por favor, hagan saber en su historia que todavía estoy soltero. Puede ser rubia o morena, no me importa, solo quiero enamorarme”.
Yildirim, hijo de inmigrantes turcos, llegó a Alemania a los 12 años. Antes de convertirse en millonario, trabajaba en una fábrica de acero, pero sus sueños no cambiaron. Busca a una mujer “que le encante viajar y que esté lista para formar una familia”, y lo más importante es que tenga un buen corazón: “Necesito una mujer en la que pueda confiar, sin importar lo que suceda”, remarcó en la entrevista.
Yildirim ha disfrutado de su dinero comprando lujosos relojes, un Ferrari de 376.000 euros y un Porsche de más de 249.000 euros solo para molestar a los “envidiosos”. Además, se convirtió en dueño de su bar favorito y compartió su premio con su familia. “Lo mejor de esto es que puedes hacer feliz a tanta gente. Inmediatamente, transferí dinero a mis padres y hermanos”, aseguró.
Según informes, Yildirim tiene antecedentes de alcoholismo y violencia física, pero está tratando de enmendar sus errores. “Siempre fui el inadaptado de mi familia”, admitió al diario alemán. Ahora, todos acuden a él en busca de ayuda, pero no permitirá que el dinero cambie su mentalidad: “Nunca olvidaré de dónde vengo. Soy de la clase trabajadora y nunca me volveré arrogante”, garantizó.