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Testamento de Berlusconi: el control absoluto para los dos hijos mayores

La apertura del testamento de Silvio Berlusconi: una carta escrita a mano, 100 millones de euros para su pareja Marta Fascina, 100 millones para su hermano Paolo Berlusconi, 30 millones para el amigo Marcello Dell'Utri y su Holding a los 2 hijos del primer matrimonio

Con la apertura del testamento de Silvio Berlusconi que establece la repartición de su herencia económica, se termina la era de un hombre que tuvo en sus manos una concentración de poder financiero, político, mediático y cultural, pocas veces vista en una democracia occidental. Pero al mismo tiempo otorga nueva responsabilidad a quien lo recibe, antes un poder concentrado sólo y únicamente en una persona: el tercer hombre más rico de Italia, según la clasificación de la revista Forbes, después de Giovanni Ferrero propietario de Nutella y del famoso diseñador de moda Giorgio Armani.

La voluntad de Silvio

En el testamento, el ex Primer Ministro dejó 100 millones de euros para su pareja Marta Fascina. La joven rubia de origen calabrés a quién llamaba “mi mujer”, diputada de Forza Italia -partido propiedad del Cavaliere- y última mujer que acompañó a Silvio los últimos años de su vida. Otros 100 millones de euros para su hermano menor, Paolo Berlusconi, y 30 millones para el entrañable amigo y colaborador personal, Marcello Dell’Utri, conocido en la opinión pública por enfrentar juicios relacionados con la mafia siciliana. Herencia interpretada en la prensa italiana como recompensa por el precio de su silencio.

Además se lee en el testamento que el control del Holding Fininvest -las empresas del Imperio del Cavaliere- se lo asigna a los dos hijos del primer matrimonio, voluntad que desequilibra las relaciones entre los 5 hermanos.

El control del Holding para los hijos del primer matrimonio

El documento deja explícito que la mayoría de su poderoso imperio “Fininvest” la deja para Marina y Pier Silvio Berlusconi, los dos hijos más grandes fruto del primer matrimonio, habiendo recibido toda la cuota disponible, alcanzando juntos el 53% de las acciones del Grupo.

Responsabilidad para los primogénitos que va más allá del perímetro legal de las empresas que integran el Holding, obligando a mantener una buena relación entre ellos ya que juntos tienen la mayoría absoluta de las empresas del imperio.

Marina y Pier Silvio tienen funciones operativas en las empresas de la familia desde hace muchos años, y ahora con la muerte del padre, los dos más grandes se confirman como los únicos herederos empresariales. Mientras que los tres hijos del segundo matrimonio Barbara, Eleonora y Luigi que, aun juntos, seguirán teniendo una participación menor en Fininvest que los otros dos, se les asigna el rol de accionistas puros.

Uno se pregunta si incluso los tres herederos menos favorecidos de la repartición presentarán reclamos tarde o temprano. Pero el escenario a observar más de cerca se refiere precisamente al papel de los dos Berlusconi “reinantes”, ahora que esa figura paterna inimitable se ha ido.

Las empresas del Grupo Fininvest y la galaxia Berlusconi

Más allá de bienes, regalos preciados, recompensas, colecciones de relojes, joyas, coches de lujo, residencias, departamentos y “muchas cosas de un valor incalculable”, la riqueza que deja Berlusconi hace pensar que se asemejó más a un rey, que a un político-empresario.

Ya antes de entrar en la política, el corazón de Berlusconi estaba en “Fininvest”, que no cotiza en Bolsa por ser integralmente familiar, pero sí las acciones de algunas de las empresas controladas por el Grupo como Mediaset televisión, Banco Mediolanum, Editorial Mondadori, equipo de fútbol Monza Calcio, Teatro Manzoni, Fininvest Real Estate y Service, Class CNBC y Satispay.

La frase de Berlusconi: “Mucho amor para todos ustedes”

Cuando se abrió el testamento, en su interior el “Cavaliere” había dejado una carta escrita a mano de su propio puño y letra reservada para los 5 hijos: “Gracias, mucho amor para todos ustedes, su papá”.

La carta estaba dentro de un sobre sin cerrar, la había escrito con una pluma negra cuando se dirigía al hospital San Raffaele de Milán para internase a causa de la leucemia crónica que padecía.

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