Por definición universal, o por lo menos por un acuerdo general de los investigadores y especialistas en el tema, un asesino serial es aquella persona que mata a tres personas o más con un lapso de tiempo superior a un mes y con una intención de asesinar, sin importar cuál es el impulso que lo lleva. Además hay que analizar también el tipo de víctimas y cuales son los impulsos que llevan al asesino a terminar con su vida.
El caso de la enfermera detenida en Córdoba llama poderosamente la atención ya que a simple vista podría tratarse de un caso de asesinatos seriales, aunque aún faltan muchos elementos por averiguar y fundamentalmente escuchar su propio testimonio.
Brenda Agüero tiene 27 años y es enfermera en Córdoba. Ingresó al hospital Materno Neonatal el 1 de diciembre de 2020. El año anterior había trabajado en el Allende pero cuando recibió esta nueva propuesta decidió renunciar.
Su currículum es impecable, tiene una pericia importante y algunas características personales que convencerían a cualquier empleador. Era muy trabajadora y prolija pero además llegaba siempre muy temprano a cubrir su turno, incluso en algunas ocasiones hasta una hora y media antes que sus colegas.
Era una joven sonriente y simpática que mantenía buen vínculo permanente con sus compañeros y superiores.
Un funcionario que prefirió mantener su anonimato habló de la intencionalidad. “Estaba formada para hacer lo que hizo, no hay forma de que haya sido mala praxis. Fue adrede“, sostuvo al diario La Voz de Córdoba.
Sobre Brenda recae la principal sospecha de haber inyectado una sustancia que aún no se conoce a 12 bebés entre los meses de marzo y junio. De acuerdo a la investigación la enfermera tomaba a la bebé en sus brazos y le inyectaba algo a los pocos minutos del nacimiento.
Cinco de los 12 bebés murieron y los otros siete quedaron con lesiones. En el lugar donde se realizaba el pinchazo se generaron necrosis, hematomas y heridas muy visibles, algunas que quedarán de por vida en el cuerpo de las criaturas.
Agüero vive en Río Ceballos, no tiene hijos y estudió la carrera de enfermería en el Instituto SEP San Nicolás, que es del gremio de los empleados estatales. Cuando comenzó a trabajar tuvo la oportunidad de estar en el centro obstétrico y siempre dijo que estaba interesada en pasar a neonatología. Dentro del rubro es una especie de ascenso ya que se trata de una especie de sala de cuidados más intensivos. Es mayor el desafío para su profesión, donde la vida del recién nacido depende del cuidado que se le tenga y de no cometer errores en la vigilancia y toma de decisiones.
Pero en la madrugada del 6 de junio todo se desbordó. Ese día murieron dos bebés y otros dos terminaron con lesiones. Todos los que estaban en el cuidado de la criatura fueron apartados de sus cargos y comenzó una investigación.
A Brenda la obligaron a tomarse vacaciones, la obligaron a agotar todas las que tenia pendientes y además las de 2022. En ese sentido y acorralada por la situación le dijo a un compañero que estaba preocupada porque en febrero tenía un viaje pagado a Bariloche y no le quedarían días para poder ir.
Una vez que se terminaron las vacaciones se la desafectó directamente y quedó fuera del hospital. Solo se le advirtió que debería ir a cumplir con una declaración en la investigación sumarial que se había iniciado. En total fueron diez los trabajadores, de distintos niveles, que quedaron desafectados de sus funciones en el hospital por la muerte de las criaturas.
Brenda estaba trabajando en el área de obstetricia. Básicamente es donde nacen los bebés por parto normal ya que las mujeres que deben recibir una cesárea están en el quirófano. Los partos cuentan como mínimo con cuatro profesionales. El obstetra que está acompañado por una enfermera y el neonatólogo que tiene además la suya. En el momento del parto el equipo de obstetricia se encarga de estabilizar a la madre y el otro al bebé. Esto que pareciera ser un trabajo coordinado es muchas veces un caos general, sobre todo cuando hay algunas complicaciones.
En el caso de todos los bebés investigados nacieron por parto normal, menos el primero. El hijo de Vanesa Cáceres que tuvo cesárea. Pero en los registros figura que de todos modos el bebé fue a una incubadora en el centro obstétrico.
Alejandro Escudero fue el encargado de realizar la investigación dentro del propio nosocomio. Se trata del subdirector administrativo quien citó a todos a declarar dos meses después de que todos fueran desplazados. La semana del 8 de agosto debían comenzar las declaraciones y todos los convocados estuvieron entre cuatro y seis horas declarando.
Un compañero contó que Brenda estuvo muy nerviosa. La investigación no avanzó demasiado pero los casos terminaron luego de que los investigados no iban al hospital.
El feriado del 15 de agosto Brenda cerró su perfil de Facebook. Hasta ese momento no tenía muchas publicaciones y las pocas que había estaban vinculadas a enfermería, cardiología y medicina. Replicaba cuentas especializadas que seguía con sumo interés.
La justicia de Córdoba intenta determinar qué ocurrió con los bebés que nacían sanos y luego morían o quedaban con lesiones permanentes. Mientras eso avanza no se puede dejar de pensar en este caso como en uno de asesinos seriales.
Leonardo Rolón
Autor del Libro Asesinos Seriales,
Crimenes que nos siguen conmocionando
junto a Paulo Kablan
Ediciones Colihue