María Ester tiene 87 años, vivió casi toda su vida en Tolosa, en el norte de la ciudad de La Plata. Un barrio en que otra época reinaba la tranquilidad, habitado por familias de trabajadores, que se conocían, asistían y protegían entre sí, por lo que la inseguridad no era algo de que preocuparse.
Allí, en una vivienda de calle 528 entre 118 y 119, María Ester formó su familia, crió sus dos hijos que con el tiempo marcharon detrás de sus propios proyectos de vida.
El barrio fue perdiendo esas particulares características, las viviendas fueron llenándose de rejas en los frentes y María Ester se iba quedando sola.
La confianza que atesoró en otros tiempos de la vida del barrio, la traicionó esta vez. Una mujer, presuntamente embarazada, acompañada de un niño de doce años, le pidieron permiso para entrar al baño de su casa luego de haberle cortado el césped y limpiado la vereda.
Dentro de su vivienda la golpearon salvajemente, amenazaron con cortarle los dedos y hasta matarla. Lo qué más la conmocionó fue escuchar al niño, con un cable entre sus manos, decir a su progenitora: “Mamá matála”.
Tras dejarla atada, llena de moretones y angustia, se marcharon de la casa con un botín de 250 pesos y un paquete de fideos de segunda marca.
La policía montó un operativo en la zona y demoró poco después a la sospechosa.