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“Pido piedad”: entró a robar, ahorcó a la víctima con un cable y tiró el cuerpo a la pileta

"Yo pido disculpas. Nunca quise matar a nadie, solamente entre a robar", dijo el delincuente que fue condenado a prisión perpetua y que, según esa sentencia, deberá pasar 50 años en la cárcel

El ladrón que el año pasado entró a robar a una casa de la localidad bonaerense de San Isidro y asesinó a un programador de 41 años al estrangularlo con un cable HDMI y tirarlo a la pileta, fue condenado a prisión perpetua, informaron hoy fuentes judiciales.

Se trata de Mauricio Nahuel Fernández (31), quien fue condenado a la pena máxima del Código Penal como autor del homicidio agravado del programador Federico Sáenz (41), en un hecho ocurrido el 22 de junio de 2022 y que tuvo como testigos a la novia de la víctima y a dos sobrinas de 8 y 11 años.

El fallo fue dictado ayer por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 1 de San Isidro, integrado por los jueces Alberto Ortolani, Gonzalo Aquino y Sebastián Hipólito Urquijo, al término de un juicio que se había iniciado el 30 de octubre pasado.

Tal como había solicitado en el debate el fiscal de juicio, Sergio Szyldergemejn, el TOC 1 condenó a prisión perpetua a Fernández como autor de los delitos de homicidio “criminis causae (matar para ocultar otro delito y lograr la impunidad), robo agravado por escalamiento en tentativa y privación ilegítima de la libertad agravada por violencia, todos en concurso real”.

Con la última reforma que hubo en 2017 del artículo 14 del Código Penal, Fernández no tiene la posibilidad de pedir la libertad condicional por haber sido condenado por un homicidio agravado y la prisión perpetua equivale a pasar 50 años en la cárcel, es decir, que recién podría llegar a recuperar la libertad cuando en 2072 tenga 80 años.

Si bien los abogados del particular damnificado, Felipe Juan Galo Roncoroni y Antonio Santiago Victorino Roncoroni, también habían pedido la misma pena, el tribunal no coincidió, como propusieron ellos en el alegato, sumarle al homicidio el agravante de la alevosía ni declarar a Fernández reincidente, ya que, si bien en 2011 fue condenado por otro tribunal de San Isidro por “robo agravado por el uso de arma blanca”, la pena por ese delito ya estaba vencida desde 2016.

Al describir la mecánica del crimen en el fallo, los jueces destacaron que “el imputado, con la finalidad de consumar y asegurar los resultados del delito de robo que se encontraba desarrollando y con la inequívoca intención de causar la muerte de Federico Sáenz, procedió a colocar alrededor de su cuello un cable HDMI anudándolo por detrás, ejerciendo fuerza sobre el mismo hasta lograr conforme su propósito, quitarle la vida. Deceso precisamente que se produjo a consecuencia de la asfixia por estrangulamiento a lazo”.

También remarcaron que “luego de realizar dicho accionar el aquí imputado, luego del deceso arrojó el cuerpo de quien fuera en vida Sáenz a la piscina de la propiedad, donde minutos más tarde fue hallado por personal policial“.

Los tres jueces también subrayaron que el propio imputado “fue categórico” al reconocer la autoría del hecho y pedir perdón por la muerte que ocasionó cuando declaró en el juicio y dijo: “Yo pido disculpas. Nunca quise matar a nadie, solamente entre a robar, les pido piedad, misericordia”.

Tengo tres chiquitos, yo me desvivo por ellos. Toda mi vida trabajé (…). Yo desde chiquito, que nací, mi madre me quiso dar en opción y me crió un tío, un abuelo siempre, nunca tuve un techo digno. Si usted me daría una oportunidad, que me puedan acercar a un lugar más cerca como para que yo pueda estudiar, para que yo pueda tener una carrera“, fueron otras de las frases del ahora condenado asesino, dijo en el debate.

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El hecho ocurrió el 19 de junio pasado, a las 11.50, en una vivienda ubicada en la calle Aguado 1251 de Boulogne, partido de San Isidro, en el norte del conurbano.

Todo comenzó cuando la novia de Sáenz (41), una médica llamada María Laura Martínez (45), lavaba el auto en el patio delantero de la casa y un único ladrón saltó la reja de la propiedad y la abordó con fines de robo.

El asaltante agredió y amenazó a la mujer y logró quitarle las llaves de la casa, con las que entró a la propiedad y cerró la puerta, dejando a la médica del lado de afuera.

El delincuente golpeó y redujo a Sáenz, mientras que la médica logró salir corriendo a la calle y le pidió al empleado de la garita de seguridad de la cuadra que llamara a la policía.

Cuando la médica regresó al frente de su casa, pero sin poder ingresar, pudo observar por las ventanas que el delincuente había dejado a su pareja atado y sentado en el jardín trasero y cuando siguió pidiendo auxilio, el ladrón apareció para pegarle una trompada en la cara.

La pareja no tenía hijos, pero sí estaban en la casa dos sobrinas de 8 y 11 años, a quienes, según lo que contaron luego las niñas, el ladrón también amenazó y les dijo que se quedaran encerradas en su cuarto porque quería “robar una bicicleta”.

Al lugar llegaron móviles de la comisaría 3ra. de Boulogne y de la Patrulla Municipal de San Isidro, quienes guiados por la médica lograron ingresar a la vivienda por una puerta trasera y allí se encontraron con Fernández en la cocina, quien tenía una cuchilla de la casa en la cintura.

El delincuente fue reducido y detenido por los primeros policías en ingresar y las dos niñas fueron rescatadas, pero Sáenz fue hallado muerto en el fondo de la pileta que la familia tiene en el jardín trasero.

Al declarar en el juicio, la pareja de la víctima, Martínez, recordó el momento en que lo encontró en la pileta y las maniobras que llevó a cabo con intenciones de reanimarlo.

“En ese momento me acerco a la pileta y… lo saco, era Fer. Lo saco arrastrando, lo tironeo de la campera y el policía que estaba al lado mío me ayuda a terminar”, recordó la mujer,

Y agregó: “Yo soy médica, soy neonatóloga. Mi trabajo es salvar gente, ¿no? Lo sacamos de la de la pileta. Y le trato de hacer maniobras de RCP. Ahí nos damos cuenta que tenía un cable en el cuello, como con doble vuelta, que no lo podíamos soltar. Entonces yo les aviso a los policías que vayan a buscar una tijera y les dije más o menos dónde estaba, pero como no la encontraban, la fui a buscar yo. Cuando volvimos le empezamos a hacer respiración boca a boca y el policía que estaba al lado mío le hacía masajes cardiacos”.

Finalmente, Martínez dijo que luego llegó la ambulancia, cuyos médicos lo dieron por muerto: “No respondía. Y ahí me dijeron que estaba muerto. Ya sabía porque habíamos estando varios minutos… aunque para mí fue una vida haciendo reanimación”.

El hombre, que trabajaba para una empresa del exterior en la programación de apps y juegos para celular, había logrado desatarse las manos, pero tenía dos vueltas de un cable HDMI rodeándole el cuello, según determinaron los investigadores. //Télam.

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