“Me encuentro atravesando una situación de extrema violencia contra mi persona”, decía hace un año a TN Daniel Porro, enfermero de la provincia de Neuquén. Sus vecinos en ese momento lo habían golpeado brutalmente para que se fuera del barrio, le robaron el auto y hasta le incendiaron su casa después de enterarse que había tenido coronavirus. El último 4 de julio, Daniel se acostó a dormir y ya no despertó. Murió de un paro cardíaco.
“Él nunca se pudo recuperar de aquel rechazo social”, dijo su papá, Miguel, en diálogo con La Mañana de Neuquén. “En realidad, desde aquel día, no pudo volver a dormir bien. Trabajaba durante el día y a la noche se acostaba pero no podía conciliar el sueño. Sufrió mucho e iba a laburar casi sin dormir”, agregó el hombre sobre la situación que durante un año soportó su hijo, hasta que su cuerpo “no aguantó” más.
“Fueron días duros”, aseguró Miguel tras remarcar que, además del ataque de los vecinos, en el trabajo que Daniel tenía en aquel momento “le soltaron la mano” y lo echaron. Con el tiempo empezó a trabajar en otro centro de salud, pero lejos de poder dejar atrás definitivamente lo que había sufrido.
Hace poco más de una semana Daniel fue a la casa de su madre a dormir. Se acostó y en mitad de la noche, su corazón se detuvo. “Uno de sus hermanos pasó por la habitación y ya estaba muerto”, relató con dolor su papá. //TN